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Give bokashi a chance April 3rd, 2022 by

Vea la versión en español a continuación

I admit that I once took a dim view of bokashi, a hand-crafted organic fertilizer made from barnyard manure and some store-bought materials, like molasses, bran, yeast, or even yoghurt (recipes vary). It takes work to make it, because it has to be stirred every day or two. I once wrote about a bokashi factory I saw in Nepal that impressed me, because I thought it might be easier for busy farmers to buy bokashi, and skip all the work of mixing it.

But this past February I met an innovative farmer, Héctor Casa, in Tunicuchí, in the Andes of central Ecuador. Don Héctor does not have a lot of time or money, but he is able to use bokashi on his small, mixed farm of pigs, guinea pigs, potatoes and vegetables. He graciously took time off from his job in a plywood factory to let Marcella and Paul film him for a video on seed potatoes.

Don Héctor starts his bokashi by making compost from his animals’ manure. He adds soil, rice husks, rock phosphate, lime, molasses and whey. He also adds microorganisms: a water solution that includes a few handfuls of forest soil. For good measure he puts in some biol, a fermented, liquified manure which is also rich in beneficial germs.

I watched as don Héctor deftly stirred each ingredient one at a time into a pile, shoveling it all over again with each addition, thoroughly blending it. It’s hard work, but he makes it look easy. But when he turned over a large, plastic sheet, I realized he had a second pile, with about five tons of finished bokashi. I’ve rarely seen that much of the stuff in one place, because it is requires some patience to make, and some store-bought materials.

Don Héctor had made his five tons of bokashi over two weeks, shoveling it over thoroughly every day, but now his work was about to pay off. It was ready to take to the field, and he was pleased that his bokashi was more than fertilizer; it would also protect his crops from pests and diseases. He explained that the good microbes he cultured in the bokashi would help to control potato diseases. “The microorganisms eat the bad fungi. They eliminate them.â€

Then don Héctor took us to see his potato crop, not a garden, but a commercial field of healthy potatoes. These are some of the few potatoes grown in an environmentally-friendly way in the whole of highland Ecuador, where chemical fertilizer is commonly used along with fungicides and insecticides.

Don Héctor does use bokashi to keep the soil fertile. But bokashi also acts as a fungicide of sorts, as it adds good microbes to the earth, which help to keep down soil-borne diseases.

Bokashi alone would not be enough to keep pests and diseases away. To manage the Andean potato weevil and the potato tuber moth, don Héctor hills up the potatoes. Three times per season he and his helpers heap soil up around the base of each potato plant. The third time, they pile the soil really high, just as the potatoes are flowering and the plants have reached their full height.

“The tuber moth lays its eggs at the base of the potato plant, and when the worms hatch, they move down into the potato,†don Héctor explains. “By hilling up lots of soil I make a barrier that protects the potatoes from the moths and its worms.†As an added advantage, the extra soil around each potato plant gives the tubers room to grow. They can’t develop unless they are blanketed in soft earth.

We visited don Héctor with Ecuadorian seed researcher Israel Navarrete, who was especially taken by rows of maize that Héctor had planted around his crop. Don Héctor said that the rows of corn formed a barrier that kept disease out of the potato crop. Israel called it positive deviance: “being odd, but in a good way.â€

The idea may be odd, but it also seemed to be working. We saw that the neighboring fields were not doing as well as this healthy one. One neighbor sprayed insecticide on his potatoes, and the leaves were damaged by the potato tuber moth, while don Héctor’s crop had little visible insect damage. Other nearby potato plants were stunted by herbicides, where farmers tried to spray to avoid the work of weeding and hilling up their crop. Don Héctor’s organic potato plants were larger, and a healthy green.

I used to doubt the value of bokashi, because I saw it as fertilizer, expensive and tedious to make. But in reality, bokashi also acts as a fungicide, replenishing some of the good microorganisms that conventional agriculture kills. Innovative farmers combine bokashi with other techniques, like carefully hilling up the potatoes, and encircling them with a protective crop of maize. This integrated approach seems to be working, and is worthy of formal study by researchers.

Related Agro-Insight blog stories

The bokashi factory

Friendly germs

Encouraging microorganisms that improve the soil

Farmers know how to keep seed healthy

Soil for a living planet

Related videos

Good microbes for plants and soil

Healthier crops with good micro-organisms

Acknowledgements

Thanks to Ing. Victoria López (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias—INIAP), and Ing. Nancy Panchi and Dr. Israel Navarrete (both of the International Potato Center—CIP) for introducing us to innovative potato farmers in Cotopaxi, Ecuador. Victoria, Israel and Paul Van Mele read a previous version and made valuable comments

BOKASHI ES MÃS QUE FERTILIZANTE

Jeff Bentley, 3 de abril del 2022

Yo antes veía con escepticismo al bokashi, un abono orgánico hecho a mano con estiércol y algunos materiales comprados en la tienda, como melaza, salvado, levadura o incluso yogurt (las recetas varían). También requiere trabajo, porque hay que removerlo cada día o dos. Una vez escribí sobre una fábrica de bokashi que vi en Nepal y que me impresionó, porque pensé que sería más fácil para los atareados agricultores comprar bokashi y evitar el trabajo de mezclarlo.

Pero el pasado febrero conocí a un agricultor innovador, Héctor Casa, en Tanicuchí, en los Andes centrales de Ecuador. Don Héctor no tiene mucho tiempo ni dinero, pero logra usar el bokashi en su pequeña granja mixta de cerdos, cuyes, papas y verduras. Él amablemente tomó un tiempo libre de su trabajo en una fábrica de madera para dejar que Marcella y Paul le filmaran para un video sobre la semilla de papa.

Don Héctor empieza su bokashi haciendo compost con el estiércol de sus animales. Añade suelo, cáscara de arroz, fosfato de roca, cal, melaza y suero. También añade microorganismos: una solución de agua con unos puñados de tierra del bosque. Además, agrega un poco de biol, un estiércol fermentado y licuado que también es rico en microbios beneficiosos.

Observé cómo don Héctor revolvía hábilmente cada ingrediente, de uno en uno, en un montón, removiéndolo todo de nuevo con cada adición, mezclándolo completamente. Es un trabajo duro, pero él lo hace parecer fácil. Me sorprendió que, al destapar un bulto que había tapado con un toldo de plástico, tenía unas cinco toneladas más de bokashi terminado. Rara vez he visto tanto, porque hacerlo requiere cierta paciencia y algunos materiales comprados en la tienda.

Don Héctor había hecho sus cinco toneladas de bokashi durante dos semanas, moviéndolo cada día, pero ahora su trabajo estaba a punto de dar sus frutos. Estaba listo para llevarlo al campo, y se alegró de que su bokashi fuera más que un fertilizante: también protegería sus cultivos de las plagas y enfermedades. Explicó que los microbios buenos que cultivó en el bokashi ayudarían a controlar las enfermedades de la papa. “Los microorganismos se comen los hongos malos. Los eliminan”.

Luego don Héctor nos llevó a ver su cultivo de papas, no un huerto, sino un campo comercial de papas sanas. Estas son algunas de las pocas papas que se cultivan de manera amigable con la naturaleza en todo el altiplano ecuatoriano, donde suelen usar fertilizantes químicos junto con fungicidas e insecticidas.

Don Héctor sí usa el bokashi para mantener la fertilidad del suelo. Pero el bokashi también actúa como una especie de fungicida, ya que añade microbios buenos a la tierra, que ayudan a evitar las enfermedades transmitidas por el suelo.

El bokashi solito no es suficiente para evitar las plagas y enfermedades. Para controlar el gorgojo de los Andes y la polilla de la papa, don Héctor aporca las papas. Tres veces por campaña, él y sus ayudantes aporcan suelo alrededor de la base de cada planta de papa. La tercera vez, amontonan la tierra muy alta, justo cuando las papas están floreciendo y las plantas han alcanzado su máxima altura.

“La polilla de la papa pone sus huevos en la base de la planta de la papa, y cuando los gusanos nacen del huevo, bajan a la papa”, explica don Héctor. “Al poner mucha tierra hago una barrera que protege a las papas de la polilla y sus gusanos”. Como ventaja adicional, la tierra extra alrededor de cada planta de papa da a los tubérculos espacio para crecer. No pueden desarrollarse si no están cubiertos de tierra blanda.

Visitamos a don Héctor con el investigador ecuatoriano en semillas Israel Navarrete, a quien le llamaron especialmente la atención las hileras de maíz que Héctor había plantado alrededor de su cultivo. Don Héctor dijo que las hileras de maíz formaban una barrera que mantenía las enfermedades fuera del cultivo de papas. Israel lo llamó desviación positiva: “ser raro, pero en el buen sentido”.

La idea podría parecer extraña, pero por lo visto, funcionaba. Vimos que a los campos vecinos no les iba tan bien como a este sano. Un vecino fumigó sus papas con insecticida y las hojas fueron dañadas por la polilla de la papa, a diferencia del cultivo de don Héctor. Otras plantas de papa cercanas están marchitadas por los herbicidas, donde los agricultores intentaron fumigar para evitar el trabajo de deshierbar y aporcar su cultivo. A cambio las plantas de don Héctor eran grandes y un verde exuberante.

Yo antes dudaba del valor del bokashi, porque lo veía como un fertilizante, que costaba trabajo y dinero. Pero en realidad, el bokashi también actúa como fungicida, reponiendo algunos de los microorganismos buenos que la agricultura convencional mata. Los agricultores innovadores combinan el bokashi con otras técnicas, como aporcar cuidadosamente las papas y rodearlas de un cultivo protector de maíz. Este enfoque integrado parece funcionar, y merece ser estudiado formalmente por los investigadores.

También del blog de Agro-Insight

The bokashi factory

Microbios amigables

Fomentando microorganismos que mejoran el suelo

Manteniendo la semilla sana en Ecuador

Soil for a living planet

Videos de interés

Buenos microbios para plantas y suelo

Healthier crops with good micro-organisms

Agradecimientos

Gracias a la Ing. Victoria López (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias-INIAP), y a la Ing. Nancy Panchi y al Dr. Israel Navarrete (ambos del Centro Internacional de la Papa-CIP) por presentarnos a los innovadores productores de papa de Cotopaxi, Ecuador. Victoria, Israel y Paul Van Mele leyeron una versión previa e hicieron comentarios valiosos.

 

Language or dialect? It’s complicated March 13th, 2022 by

Vea la versión en español a continuación

People who speak different dialects of the same language can understand each other. Unlike different languages, the dialects of those tongues are “mutually intelligible.†Americans and the British understand each other (almost always), because the US and the UK speak dialects of the same English language.

However, it’s complicated, as David Shariatmadari explains. Shariatmadari, non-fiction books editor at the Guardian, starts with the old joke: a language is a dialect with an army. The classic example is Danish, Norwegian and Swedish, which are all fairly similar, but for political reasons and national pride their governments use the schools and the media to maintain the uniqueness of these languages, which are often mutually intelligible.

Arabic is an example in the other direction. Spoken in some 20 countries with important differences between each nation, the Arab countries consider themselves speakers of one language, based on a shared tradition in classical Arabic literature, and other ties.

Shariatmadari doesn’t mention Quechua, a native language still spoken in the Andes, in Ecuador, Peru and Bolivia. The Inca Empire (Tawantinsuyu) used Quechua as the official language, because it was already widely spoken in the Andes. As the language expanded it was influenced by languages previously spoken in the Andes, acquiring broad divisions from the start. These differences are so great that Quechua is generally described as a group of languages, or a language family.

After the Spanish conquest, sixteenth century Catholic clergy encouraged the Quechua language, because it was already widely spoken, and could be used for missionary work. The missionary Domingo de Santo Tomás published a grammar of Quechua in 1560. This may have introduced some uniformity into the Quechua language, or languages.

The Dutch linguist Willem Adelaar classifies the varieties of Quechua into four main groups:

Quechua I—spoken in Central Peru

Quechua IIA—Northern Peru

Quechua IIB—Ecuador (where it is called “Kichwaâ€)

Quechua IIC—Bolivia and Southern Peru

In other words, there are many distinct dialects of Quechua, and some of them may be mutually unintelligible, making them languages in their own right. According to Adelaar’s classification, Ecuadorian Kichwa and Bolivian Quechua both belong to the broad “Quechua II†group.

In 2022, with Paul and Marcella, from Agro-Insight, we visited the province of Cotopaxi, in the Andes of Ecuador, Where the agronomists Diego Mina and Mayra Coro study the lupin bean with several communities. Diego and Mayra took us to a Kichwa-speaking community, Cuturiví Chico, where we got a chance to find out if the local people understood the (Bolivian) Quechua version of our video on lupines. During a meeting with the community, Diego and Mayra invited them to watch the video, explaining that it had been filmed in Bolivia.

As the Quechua version of the video played, I watched the audience for their reaction. They smiled in appreciation. After all, videos in Quechua or Kichwa are equally rare. The farmers were absorbed in the 15-minute video all the way to the end.

Afterwards, Diego asked if they understood it. One person said he understood half. Another said “More than half, maybe 60%.†Then Diego asked the crucial question, “What was the video about?â€

The villagers neatly summarized the video. Diseases of the lupin bean could be controlled by selecting the healthiest grains as seed, and burying the sick ones. But the video had also sparked their imaginations. One said that in a previous experience they had learned to sort healthy seed potatoes, and now that they had seen the same idea with lupin beans, they wondered if the seed of broad beans could also be sorted, to produce a healthier crop.

Diego still felt that the farmers hadn’t quite understood the video, so he showed the Spanish version. But this time, the reaction was muted. People watched politely, but they seemed a bit bored and at the end there was no new discussion. They basically understood the video the first time.

Language and dialect are valid concepts, but “mutual intelligibility†can be influenced by visual communication, enunciation, and motivation. For example, in this video, carefully edited images showed people separating healthy and diseased lupin beans, which may have helped the audience to understand the main idea, even if some of the words were unfamiliar.

Clarity of the speech also counts; this video was narrated by professional broadcasters, native speakers of Quechua, so the sound track was well enunciated. Motivation also matters; if a topic is of interest, people will strain to understand it. Lupin beans are widely grown in Cuturiví Chico, and these farmers really wanted to know about managing the crop’s diseases.

Whether Ecuadorian Kichwa and Bolivian Quechua are separate languages or dialects of the same tongue is still up for debate among linguists. Fortunately, people also communicate visually (for example, with excellent photography); they understand more if the words are carefully and distinctly pronounced, and if the listeners are motivated by a topic that interests them.

After this experience, we filmed four videos in Ecuador, and sent the Spanish versions of the scripts to be professionally translated, in writing. When I read them, I finally felt that Ecuadorian Kichwa and Bolivian Quechua are different enough to be called two separate languages. On the Access Agriculture website, we now list Quechua and Kichwa.

Even if Ecuadorian Kichwa and Bolivian Quechua are separate languages, they are closely related ones. Sometimes it is possible for an audience to understand a video in a language closely related to their own. This is because people also communicate visually (for example, with excellent photography); they understand more if the words are carefully and distinctly pronounced, and if the listeners are motivated by a topic that interests them.

Watch the video

You can see the video, Growing lupin without disease, in Quechua, Spanish, and English (besides other languages).

Further reading

Shariatmadari, David 2019 Don’t Believe a Word: The Surprising Truth about Language. London: Weidenfeld and Nicolson.

Adelaar, Willem F. H. 2004. The Languages of the Andes. Cambridge: Cambridge University Press.

Note on names

The lupine bean (Lupinus mutabilis) is called chocho in Ecuador, and tarwi in Bolivia.

Acknowledgements

Thanks to Diego Mina and Mayra Coro for introducing us the farmers in Cotopaxi, and for sharing their knowledge with us. Thanks also to Mayra and Diego, and to Eric Boa and Paul Van Mele for their valuable comments on a previous version of this blog. Diego and Mayra work for IRD (Institut de Recherche pour le Développement) with the AMIGO project. Our work was funded by the McKnight Foundation’s Collaborative Crop Research Program (CCRP).

Photos

Photos by Paul Van Mele and Jeff Bentley. Map from Wikimedia Commons

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Quechua_(with_country_names).svg.

¿IDIOMA O DIALECT? ES COMPLICADO

Jeff Bentley, 13 de marzo del 2021

Cuando la gente habla diferentes dialectos de una misma lengua, se entiende. A diferencia de los idiomas distintos, los dialectos de esas lenguas son “mutuamente inteligibles”. Los estadounidenses y los británicos se entienden (casi siempre), porque los Estados Unidos y el Reino Unido hablan dialectos de la misma lengua inglesa.

Sin embargo, es complicado, como explica David Shariatmadari, editor de libros de no ficción en The Guardian. Él comienza con el viejo chiste: un idioma es un dialecto con un ejército. El ejemplo clásico es el danés, el noruego y el sueco, que son bastante similares, pero por razones políticas y de orgullo nacional sus gobiernos usan las escuelas y los medios de comunicación para mantener cierta separación entre estas lenguas, que a menudo son mutuamente inteligibles.

El árabe es un ejemplo en la otra dirección. Hablado con importantes diferencias en una veintena de países, los países árabes se consideran hablantes de una sola lengua, basándose en su tradición compartida de la literatura árabe clásica, entre otras cosas.

Shariatmadari no menciona al quechua, un idioma nativo que todavía se habla en los Andes, en Ecuador, el Perú y Bolivia. El Imperio Inca (Tawantinsuyu) usó el quechua como su idioma oficial, porque ya se hablaba sobre buena parte de los Andes. A medida que el idioma se expandió, se influenció por otros idiomas que ya se hablaban en los Andes, así adquiriendo profundas divisiones desde el inicio. Las diferencias son tan grandes que generalmente se describe al quechua como un grupo de idiomas, o una familia de idiomas.

Después de la conquista española, los cleros católicos del siglo XVI fomentaron el uso del idioma quechua, porque ya se hablaba ampliamente y servía para el trabajo de evangelización. El misionero Domingo de Santo Tomás publicó una gramática del quechua en 1560, lo cual posiblemente introdujo un poco de uniformidad al idioma, o los idiomas quechua.

El lingüista holandés Willem Adelaar clasificó las variedades del quechua en cuatro grupos:

Quechua I—hablado en el Perú central

Quechua IIA—en el norte del Perú

Quechua IIB—en Ecuador (donde se llama “kichwaâ€)

Quechua IIC—Bolivia y el sur del Perú

En otras palabras, hay muchos dialectos distintos del quechua, de los cuales algunos son mutuamente inteligibles. Por lo tanto, son idiomas. Según la clasificación de Adelaar, el kichwa de Ecuador y el quechua Bolivia pertenecen al grupo grande “quechua IIâ€.

Con Paul y Marcella, de Agro-Insight, visitamos la provincia de Cotopaxi, en los Andes del Ecuador, donde trabajan los ingenieros agrónomos Diego Mina y Mayra Coro, quienes investigan el chocho (lupino) con algunas comunidades. Diego y Mayra nos llevaron a una comunidad kichwa-hablante, Cuturiví Chico, donde pudimos averiguar si la gente local entendería la versión de nuestro video en quechua sobre lupino o tarwi. Durante una reunión con la comunidad, Diego y Mayra les pidieron que observen el video explicándoles que se había filmado en Bolivia.

Mientras se reproducía la versión quechua del video, observé la reacción del público. Sonrieron del puro gusto de ver el video. Después de todo, hay pocos videos en quechua o kichwa. Los campesinos estuvieron bien metidos en el video de 15 minutos hasta el final.

Después, Diego les preguntó si lo habían entendido. Uno de ellos dijo que había entendido la mitad. Otro dijo: “Más de la mitad, quizá el 60%”. Entonces Diego hizo la pregunta crucial: “¿De qué trataba el video?”.

Resumieron claramente el video. Las enfermedades del lupino podían controlarse seleccionando los granos más sanos como semilla y enterrando los enfermos. Pero el video también había despertado su imaginación. Uno de ellos dijo que en una experiencia anterior habían aprendido a clasificar semilla sana de papa, y ahora que habían visto la misma idea con el lupino, se preguntaban si la semilla de las habas también podría clasificarse, para producir una cosecha más sana.

Diego aún dudaba si los agricultores habían entendido bien el video, así que les mostró la versión en español. Esta vez la reacción fue más silenciosa. La gente parecía un poco aburrida, y al final no hubo ninguna nueva discusión. Pues, ya lo habían visto

La diferencia entre idioma y dialecto es real, pero la “inteligibilidad mutua” a menudo se influye por la comunicación visual, la pronunciación clara, y la motivación. Por ejemplo, en este video, las imágenes cuidadosamente editadas mostraban a personas que separaban los granos de lupino sanos de los enfermos, lo que puede haber ayudado a la audiencia a entender la idea principal, aunque desconocían algunas de las palabras.

La claridad del discurso también cuenta; este video fue narrado por locutores profesionales que hablaban quechua como lengua materna, por lo que estaba bien enunciado. La motivación también importa; si un tema es de interés, la gente se esfuerza por entenderlo. Los lupinos se cultivan ampliamente en Cuturiví Chico, y estos agricultores realmente querían saber cómo manejar las enfermedades del cultivo.

Después de esta experiencia, filmamos cuatro videos en Ecuador, y enviamos los guiones en español a una traductora profesional, para hacer las versiones en kichwa. Cuando leí los guiones en kichwa, vi que el kichwa ecuatoriano y el quechua boliviano merecen ser considerados dos idiomas distintos. En la página web de Access Agriculture, el menú incluye quechua y kichwa.

Aun si el kichwa de Ecuador y el quechua de Bolivia son dos idiomas distintos, son parientes cercanos. A veces es posible para una audiencia entender un video en otro idioma, si es parecido al de ellos. Porque la gente también se comunica visualmente (por ejemplo, con una excelente fotografía); entienden mejor si las palabras se pronuncian con cuidado y nitidez, y si los oyentes están motivados por un tema que les interesa.

Para ver el video

Puede ver el video, Producir tarwi sin enfermedad, en quechua, español, e inglés (además de otros idiomas).

Lectura adicional

Shariatmadari, David 2019 Don’t Believe a Word: The Surprising Truth about Language. Londres: Weidenfeld and Nicolson.

Una nota sobre los nombres

El lupino (Lupinus mutabilis) se llama chocho en el Ecuador, y tarwi en Bolivia.

Agradecimientos

Gracias a Diego Mina y Mayra Coro por presentarnos a la gente de Cotopaxi, y por compartir su conocimiento con nosotros. Gracias a Mayra y Diego, y a Eric Boa y Paul VAn Mele por sus valiosos comentarios sobre una versión previa de este blog. Diego y Mayra trabajan para IRD (Institut de Recherche pour le Développement), con el proyecto AMIGO. Nuestro trabajo fue financiado por Programa Colaborativo de Investigación de Cultivos (CCRP) de la Fundación McKnight.

Fotos

Fotos por Paul Van Mele y Jeff Bentley. Mapa de Wikimedia Commons

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Quechua_(with_country_names).svg.

 

More insects, fewer pests February 20th, 2022 by

Vea la versión en español a continuación

It’s one of the great secrets of ecology that few insect species are pests. Most insects help us, by pollinating our crops, making honey, or silk and by killing pest insects, either by hunting them or by parasitizing them. I was in Ecuador recently with Paul and Marcella from Agro-Insight, along with Ecuadorian colleagues Carmen Castillo, Mayra Coro and Diego Mina, to make a video on the insects that help us.

Our first stop was the home of Emma Román and her husband, Luis Plazarte, in Aláquez, a parish near the city of Latacunga, in the central Andes. On a small field behind their house, Emma explained that all flowering plants (trees, ornamentals or crops) attract insects, which feed on the pollen and nectar in the flowers. She has seen many beneficial insects: the bee fly, and the hairy fly, beetles (like the lady bird beetle), and true bugs. She adds “And there is a new one, the soldier fly.â€

I was puzzled about new insect. Perhaps an introduced one? Then I realized that since doña Emma has received training in insect ecology from Mayra and Diego, and has planted more flowering plants, she has begun to notice more kinds of insects, which are also becoming more abundant, because of the flowers she plants. For example, she planted a row of lantana flowers to mark the boundary of her field. On the ground nearby, she pointed out some tiny spiders which we had not even noticed. “You can see this one is carrying her eggs with her,†she said, pointing to a whitish spider the size of a grain of rice. The family’s small field of oats is surrounded by pullilli shrubs, and other plants like chilca and the Andean cherry, which are visited by pollinating insects and others attracted by the plants’ flowers.

As doña Emma’s farm becomes insect-friendly, she notices more helpful insects. The larva of the bee fly hunts and eats small, soft insects. The hairy fly lays its eggs in other insects. The hairy fly larva hatches inside the victim, eating it from the inside out. That’s why doña Emma has few pests, even as she has more insects.

For doña Emma the big advantage is that she can produce maize, blackberries, and several kinds of vegetables with no pesticides. She says this means that she has tastier food that is healthier for her and for her family. And the diverse flowers around her house give her a sense of tranquility and harmony.

As doña Emma put it, “We plant a variety of plants for all kinds of insects, so that all the birds come, and they help us to conserve this ecosystem … to teach our children that there are these good insects and birds.â€

Scientific names

Pullilli (familia Solanaceae)

Chilca is Baccharis latifolia

The Andean Cherry (Spanish: capulí) is Prunus serotina

The bee fly (Spanish: moscabeja) is Eristalis spp. (Syrphidae)

The hairy fly is the family Tachinidae.

The soldier fly (Spanish: mosca sapito) is Hedriodiscus spp.

Related video

The wasp that protects our crops

Acknowledgements

Thanks to Diego Mina and Mayra Coro for introducing us to doña Emma, and for identifying the plants and insects. Thanks also to Mayra and Diego for their valuable comments on a previous version of this blog. Diego and Mayra work for IRD (Institut de Recherche pour le Développement). Our work was funded by the McKnight Foundation’s Collaborative Crop Research Program (CCRP)

MÃS INSECTOS, MENOS PLAGAS

Por Jeff Bentley, 20 de febrero del 2022

Uno de los grandes secretos de la ecología es que pocas especies de insectos son plagas. La mayoría de los insectos nos ayudan polinizando nuestros cultivos, haciendo miel y matando a los insectos plaga, ya sea cazándolos o parasitándolos. Hace poco estuve en Ecuador con Paul y Marcella, de Agro-Insight, y los colegas ecuatorianos Carmen Castillo, Mayra Coro y Diego Mina, para hacer un video sobre los insectos que nos ayudan.

Primero, visitamos la casa de Emma Román y su marido, Luis Plazarte, en Aláquez, una parroquia cercana a la ciudad de Latacunga, en los Andes centrales. En un pequeño sembrío detrás de su casa, doña Emma nos explicó que todas las plantas con flores (árboles, plantas ornamentales o cultivos) atraen a los insectos, que se alimentan del polen y néctar. Ella ha visto muchos insectos que le ayudan: la moscabeja, la mosca peluda y escarabajos (como la mariquita) y algunos de los chinches. Y añade: “Y hay uno nuevo, la mosca sapito”.

Me quedé perplejo ante la idea de un nuevo insecto. ¿Quizás uno introducido? Entonces me di cuenta de que desde que doña Emma ha recibido capacitación en la ecología de los insectos de parte de Mayra y Diego, y ha plantado más plantas con flores, ella ha empezado a fijarse en más tipos de insectos. Por ejemplo, también plantó una hilera de flores de lantana para marcar el límite de su campo. En el suelo, debajo de los arbustos, señala unas arañas diminutas en las que no habíamos reparado. “Puedes ver que esta lleva sus huevos”, dice, señalando una araña blanquecina del tamaño de un grano de arroz. Su pequeño campo de avena está rodeado de arbustos de pullilli, chilca y capulí a donde llegan los insectos polinizadores, y además otros insectos son atraídos por las flores de estas plantas.

A medida que la granja de doña Emma se convierte en un lugar acogedor para los insectos, se da cuenta de que hay más insectos útiles. La larva de la mosca abeja caza y come insectos pequeños y blandos. Mientras que la mosca peluda pone sus huevos dentro de otros insectos, y las larvas de la mosca peluda nacen dentro de la víctima, comiéndola de adentro hacia afuera. Por eso doña Emma tiene pocas plagas, aunque tenga más insectos.

Para doña Emma, la gran ventaja es que puede producir maíz, moras y varios tipos de hortalizas sin plaguicidas. Dice que esto significa que tiene alimentos más sabrosos y saludables para ella y su familia. Y las diversas flores que rodean su casa le dan una sensación de tranquilidad y armonía.

Como dice doña Emma: “Sembramos variedades de plantas para que todo insecto, todo pájaro venga, y esté allí, nos ayudan a conservar este ecosistema, la naturaleza que es bien bonita para nosotros, para enseñar a nuestros hijos que tales insectos hay, tales pájaros existen.â€

Nombres científicos

Pullilli (familia Solanaceae)

Chilca es Baccharis latifolia

Capulí es Prunus serotina

La moscabeja es Eristalis spp. (Syrphidae)

La mosca peluda es familia Tachinidae.

La mosca sapito es Hedriodiscus spp.

Video relacionado

La avispa que protege nuestros cultivos

Agradecimientos

Gracias a Diego Mina y Mayra Coro por presentarnos a doña Emma, y por identificar las plantas e insectos. Gracias a Mayra y Diego por sus valiosos comentarios sobre una versión previa de este blog. Diego y Mayra trabajan para IRD (Institut de Recherche pour le Développement). Nuestro trabajo fue financiado por Programa Colaborativo de Investigación de Cultivos (CCRP) de la Fundación McKnight.

 

Farmers know how to keep seed healthy January 2nd, 2022 by

Vea la versión en español a continuación

Agricultural scientists have long concluded that the seed of some crops degenerates steadily with each planting. This is especially true for crops that are planted vegetatively, for example through cuttings or tubers, like the potato. Degeneration is the buildup of pests and diseases, passed one from one generation to the next in vegetative seed, slowly lowering the crop’s yield.

A recent, long-term study by Ecuadorian plant scientist, Israel Navarrete, was able to reconfirm this, but only in experiments, not in farmers’ fields. In experimental plots at different altitudes in the high Andes, potatoes originally planted from certified (healthy) seed acquired more viruses and other pathogens every year, for three years.

However, Navarrete found no evidence of seed degeneration on Ecuadorian farms. He surveyed 260 households, to collect information on how they grew potatoes. A typical survey stops there, but Navarrete also collected a seed sample from each family. Later, in the laboratory, he diagnosed these seed potatoes for pests and diseases.

Counter to conventional wisdom, Navarrete found that farmers’ seed was not degenerating. Potatoes grown on the same farm for over ten years were as healthy as those cultivated only recently. The reason, Navarrete explains, is that farmers have their own methods for keeping seed healthy. For example, farmers in Ecuador often select seed, searching through the piles of tubers, picking out the best ones. They also store seed until it sprouts, which seems to improve its health. Other farmers stored seed in bags or applied fertilizer. From his survey, some 36 local practices were identified that influenced seed health.

The farmers themselves knew they were doing something right. Only 16%, said that degeneration was a problem for them, although they were aware of it. When seed degenerates, Ecuadorian farmers say that it has become “tired.†Then they replace it.

Of course, not all local habits make for healthy seed. When potato prices soar, farmers are often tempted to sell as much as possible, even some of the tubers that would make good seed.

Navarrete encourages other agricultural scientists to learn about seed health from farmers. Later, scientists can recommend helpful new ideas to the farm families. Navarrete and colleagues have a few such suggestions, such as encouraging farmers to grow a small, special field as a seed lot, where the healthiest plants can be saved as the mothers of next year’s seed.

This study shows the limits of the experimental method, which looks at one variable at a time. The real world of farming is messy. Seed may degenerate in a carefully controlled experiment, but not so much in the field, because farmers manage it. Researchers may be keen to show how seed degenerates, while farmers are working to avoid it.

Further reading

Navarrete, Israel 2021 Seed Degeneration of Potato in the Tropical Highlands of Ecuador. Ph.D. thesis. Wageningen University, The Netherlands. 234 pp.

Related Agro-Insight blog

Eating the experiment

Video of interest

Using sawdust to store potatoes

Acknowledgements

Israel Navarrete works at the International Potato Center (CIP). This research recently earned him a Ph.D. at Wageningen University, in The Netherlands.

MANTENIENDO LA SEMILLA SANA EN ECUADOR

Jeff Bentley 2 de enero del 2022

Hace rato los científicos agrícolas han concluido que la semilla de algunos cultivos degenera cada vez que se siembra, especialmente los cultivos que se siembran vegetativamente, por ejemplo mediante esquejes o tubérculos, como la papa. La degeneración es la acumulación de plagas y enfermedades, que se transmiten de una generación a otra en la semilla vegetativa, reduciendo lentamente el rendimiento del cultivo.

Un reciente estudio a largo plazo realizado por el científico de plantas ecuatoriano, Israel Navarrete, logró reconfirmar esto, pero sólo en experimentos, pero no en los campos de los agricultores. En parcelas experimentales a diferentes alturas en los altos Andes, las papas sembradas originalmente con semilla certificada (sana) adquirieron más virus y otros patógenos cada año, durante tres años.

Sin embargo, Navarrete no encontró pruebas de degeneración de las semilla en las granjas ecuatorianas. Encuestó a 260 hogares para recoger información sobre cómo cultivaban las papas. Las encuestas no suelen hacer nada más para reconfirmar los datos, pero Navarrete también recogió una muestra de semillas de cada familia. Más tarde, en el laboratorio, diagnosticó esta papa semilla en busca de plagas y enfermedades.

En contra de la opinión generalizada, Navarrete descubrió que las semillas de los agricultores no se degeneraban. Las papas cultivadas en la misma granja durante más de diez años estaban tan sanas como las cultivadas recientemente. La razón, explica Navarrete, es que los agricultores tienen sus propios métodos para mantener las semillas sanas. Por ejemplo, los agricultores de Ecuador suelen seleccionar las semillas, buscando entre los montones de tubérculos, escogiendo los mejores. También almacenan las semillas hasta que brotan, lo que parece mejorar su salud. Otros agricultores almacenan las semillas en sacos o aplican fertilizantes. A partir de su encuesta, se identificaron unas 36 prácticas locales que influían en la salud de las semillas.

Los mismos agricultores sabían que estaban haciendo algo bien. Sólo el 16% dijo que la degeneración era un problema para ellos, aunque eran conscientes de ello. Cuando la semilla se degenera, los agricultores ecuatorianos dicen que se ha “cansado”. Entonces la reemplazan.

Por supuesto, no todas las costumbres locales hacen que la semilla sea sana. Cuando los precios de la papa se disparan, algunos agricultores no pueden resistir la tentación y venden todo lo posible, incluso algunos de los tubérculos que serían buena semilla.

Navarrete anima a otros científicos agrícolas a aprender de los agricultores sobre la salud de las semillas. Posteriormente, los científicos pueden recomendar nuevas ideas útiles a las familias de agricultores. Navarrete y sus colegas tienen algunas sugerencias de este tipo, como animar a los agricultores a cultivar un pequeño campo especial como lote de semillas, donde las plantas más sanas puedan guardarse como madres de las semillas del año siguiente.

Este estudio muestra los límites del método experimental, que analiza una variable cada vez. El mundo real de la agricultura es desordenado. Las semillas pueden degenerar en un experimento cuidadosamente controlado, pero no tanto en el campo, porque los agricultores las gestionan. Los investigadores pueden estar interesados en mostrar cómo degenera la semilla, mientras que los agricultores trabajan para evitarlo.

Lectura adicional

Navarrete, Israel 2021 Seed Degeneration of Potato in the Tropical Highlands of Ecuador. Ph.D. thesis. Wageningen University, The Netherlands. 234 pp.

Anteriormente en el blog de Agro-Insight

Experimentos que se comen

Video sobre la papa

Almacenando papas en aserrín

Agradecimientos

Israel Navarrete trabaja en el Centro Internacional de la Papa (CIP). Presentó esta investigación para obtener su doctorado en la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

 

 

From potatoes to cows December 26th, 2021 by

Vea la versión en español a continuación

Last week I wrote about women farmers who felt a need to take a more active role in decision-making.

During the script-writing workshop, besides validating fact sheets, the writers went back to the field to share their ideas for scripts with the communities. Because once is not enough: you have to talk to several people to get a more complete vision of your topic.

In Carrillo, Cotopaxi, Ecuador, some of our script writers had interacted with the community for years. This village had a lot of experience with organization. The writers in our workshop managed to bring together a large group of women who had held leadership roles for years.

It was raining and even though we were almost on the equator, in the high Andes it soon became chilly. I was in Carrillo with Diego Montalvo, agronomist, and Guadalupe Padilla, environmental engineer, who works in the community. As we clustered on the porch of the community center, a local woman, doña Verónica, told her story. She left Carrillo to study agronomy. After graduation she lived in the city for two years, but she came home when her dad became ill. Because of her education, she was assigned a leading role in a local organization, one she has kept for years. Not that it’s always easy; the men in the group tend to listen more to male leaders, and at times they make noise to disrupt the meeting when women leaders are speaking.

At the end of a frank and useful meeting, the women farmers spontaneously began discussing another topic among themselves, something more interesting: animal health.

The whole group wanted to learn how to vaccinate, give medicines and even do minor surgery on dairy cattle.  Verónica explained that she had learned almost all there was to know about cattle at university, even artificial insemination, and she would like to help this group receive training on livestock.

The women’s group had demanded that Guadalupe prepare more information for them on how to make their own cattle feed.

It caught my attention that these outspoken, well-organized women wanted to talk so much about cows.

Later I realized why, when I spoke with some of our other writers in the workshop. Israel, Nancy, Mishel and Mayfe had met with a group of women to talk about how to manage seed potatoes.

Israel was kind of surprised when he came out of the meeting. These farmers, whose ancestors had grown potatoes for centuries, wanted to abandon the crop, to raise cattle.

The potatoes were being destroyed by a mysterious new disease called purple top, still poorly understood by scientists. The disease ruins the potatoes. The farmers have fought back against purple top by spraying insecticides every week to kill the psyllid, a small insect which may vector the disease. But even by spending a thousand dollars a year, per farm, the disease was out of control.

On the other hand, the rolling fields of Carrillo are perfect for alfalfa and other fodder crops. And cities like Quito, growing explosively, buy all the milk that Ecuador’s farmers can provide. The weekly payment from the dairy would allow the women farmers to buy food for their families.

This is why the women leaders are so interested in cattle.

Smallholders, ever adaptable, are willing to change from one farming system to another, completely different one. From potatoes to cows, to adapt to changes in the natural environment. Women farmers often value training on leadership, but farming constantly requires new technical information, which smallholders want to receive.

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Acknowledgements

Thanks to Guadalupe Padilla, Diego Montalvo, Israel Navarrete and Paul Van Mele for their comments on an earlier version of this story. Our work was supported by the Collaborative Crop Research Program (CCRP) of the McKnight Foundation.

DE PAPAS A VACAS

Por Jeff Bentley, 26 de diciembre del 2021

La semana pasada escribí que las agriculturas sienten la necesidad de jugar un rol más grande en la toma de decisiones.

Dos días después de leer las hojas volantes en una comunidad, los escritores volvieron al campo y compartieron sus ideas para los guiones con las comunidades. Porque una sola vez no es suficiente: hay que hablar con varias personas para tener una visión más completa de cualquier tema.

En Carrillo, Cotopaxi, Ecuador, algunos de nuestros escritores de guiones habían interactuado con la comunidad durante años. Esta comunidad tenía mucha experiencia con la organización. En Carrillo, nuestros escritores lograron reunir un grupo grande de mujeres quienes hace años habían ejercido roles de liderazgo.

Llovía, y a pesar de que estábamos casi en la línea ecuatorial, hace frío en los altos Andes. Estuve con Diego Montalvo, ingeniero agrónomo, y Guadalupe Padilla, ingeniera ambiental, quien trabaja en Carillo. Nos reunimos en el corredor de una sede comunitaria, mientras una comunera, doña Verónica, nos contó su historia. Ella dejó Carrillo para estudiar agronomía. De ingeniera vivía en la ciudad por dos años, pero volvió a su comunidad cuando su papá se enfermó. Debido a su escolaridad, ella fue asignada un rol de lideresa en una organización local, y lo ha ejercido durante años. No siempre le toca muy fácil; los hombres en el grupo suelen escuchar a los líderes varones, y a veces hacen bulla, para molestar cuando las lideresas hablan.

Al final de nuestra conversación franca y útil con las agricultoras, ellas mismas espontáneamente pasaron a otro tema, aún más interesante: la salud animal.

El grupo entero quería aprender sobre vacunar, dar medicamentos y hasta hacer cirugía menor en el ganado lechero. Verónica explicó que ella aprendió casi todo sobre el ganado en la universidad, hasta la inseminación artifició, y que le gustaría ayudar al grupo a recibir capacitación pecuaria.

El grupo de mujeres ha demandado que Guadalupe las prepare más información sobre cómo hacer su propio concentrado para el ganado.

Me llamó la atención que estas mujeres expresivas, y bien organizadas quieren hablar tanto sobre las vacas.

Luego me di cuenta porque, al hablar con otros escritores en el taller, Israel, Nancy, Mishel y Mayfe se reunieron con un grupo de mujeres para hablar sobre el buen manejo de la semilla de papa.

Israel estaba un poco sorprendido cuando salió de la reunión. Estas agricultoras que han cultivado la papa durante siglos querían abandonar el cultivo, para criar ganado.

Las papas se están destruyendo por una misteriosa nueva enfermedad llamada punta morada, todavía poco comprendida por los científicos. La enfermedad arruina la papa. Los agricultores luchan contra la punta morada fumigando insecticida cada semana para matar al psílido, un pequeño insecto que posiblemente es el vector de la enfermedad. Pero aun gastando más de mil dólares al año, por finca, la enfermedad estaba afuera de control.

Por otro lado, los ondulados campos de Carrillo son perfectos para alfalfa y otros forrajes. Y las ciudades como Quito, en crecimiento explosivo, compran toda la leche que se puede producir. El pago semanal de la lechería permite a las agricultoras comprar comida para sus familias.

Es por eso que las lideresas locales están tan interesadas en el ganado.

Los campesinos, siempre adaptándose, están dispuestos a cambiar de un sistema de producción a otro completamente diferente. De papas a vacas, para adaptarse a los cambios en su ambiente natural. Las agricultoras sí aprecian la capacitación sobre el liderazgo, pero la agricultura constantemente requiere de nueva información técnica, la cual ellas también demandan.

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Agradecimientos

Gracias a Guadalupe Padilla, Diego Montalvo, Israel Navarrete y Paul Van Mele por sus comentarios sobre una versión anterior de este relato. Nuestro trabajo ha sido auspiciado por el Programa Colaborativo de Investigación sobre Cultivos (CCRP) de la Fundación McKnight.

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