Vea la versión en español a continuación
I’ve written about Serafín Vidal before, an agronomist who spends his free time developing an innovative agroforestry system at home. On week days, he works as an extensionist, teaching agroforestry to about 250 farmers around the three main valleys of Cochabamba, Bolivia. These farmers grow mixed orchards of apple and forest trees. The apples provide a crop to sell, and the forest trees provide organic matter and bring up nutrients from deep in the soil. As the trees shed their leaves, they form a mulch that fertilizes the apples and vegetable crops growing on the ground.
Previously, I had visited two of the farmers who Serafín teaches, and I sensed their enthusiasm, but recently, Paul, Marcella, Ana and I got a chance to visit Serafín at his own home, where he planted his first forest, about ten years ago.
Serafín lives in the small town of Arani, about an hour’s drive from Cochabamba. Arani has grown slowly since colonial times, and still has house lots with large garden plots near the central plaza. When Serafín took over one of these plots, there was 700 square meters of grass behind the house. The lifeless soil was crusted with salt.
Working on the weekends, Serafín tore out the lawn and planted trees, including peaches, figs, plums, prickly pear cactus, apples, avocados, roses, dahlias, gladioli, date palms and native molles, chacatea, trumpetbush, jacaranda, ash, poplar, lloq’e, and qhewiña. He now has about 100 species of herbs, vegetables, fruit trees and climbing vines, including the tastiest grapes I’ve ever eaten. Serafín leaves logs and leaf litter on the surface of the earth, as in a natural forest, to decay slowly and fertilize the soil, while providing a habitat for earthworms and other beneficial creatures.
When Serafín establishes an agroforest, in the early years he adds a bit of organic matter on top of the soil. But with time, the trees fertilize the earth on their own, just as in a wild forest, where the soil is dark, and naturally fragrant.
Serafín scooped up a handful of soil, to show us how it was full of life: earthworms, sow bugs, and larvae of wood-eating beetles. Serafín explained: “These larvae have bacteria and fungi in their digestive tract. This is mixed with the dead wood that they eat, enriching the soil.”
Serafín explains that one of the key principles of agroforestry is to imitate the local forest. This diversity keeps plant healthy. In his planted forest, there are no plant diseases, and no weeds, only self-seeding plants that he keeps. The only pests are birds, attracted to the ripe fruit. Serafín keeps them out with nets. He controls the persistent fruit fly with traps and natural remedies he makes himself (sulphur-lime, caldo de ceniza and fosfito, which we have described in an earlier blog).
Unlike many extensionists, Serafín practices what he teaches. He works out his ideas at home, on his own land, before sharing the principles with farmers, strategically located around the three large valleys of Cochabamba.
Each of these farmers adopts the basic principles of agroforestry, and then becomes an example in their own community. This is important in a system that includes trees, which take years to mature.
Serafín maintains that agroforestry is less work than other farming styles. “If we make farming easy, maybe more people will want to be farmers,” he says.
The 4 principles of agroforestry
- Do not disturb the earth. Do not plow it. Plant by making a small hole in the earth with a sharp stick.
- Keep the soil permanently covered. E.g. with fallen leaves, branches, logs and living plants.
- Imitate the local forest. Combine many plant species of different sizes and different live cycles.
- In an agroforestry system, the species live together. They do not compete for nutrients or for light.
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Acknowledgements
Agronomist Serafín Vidal works for the Fundación Agrecol Andes. He directs the Agroforestería Dinámica project, sponsored by NATUREFUND. Serafín read and commented on a previous version of this blog.
Scientific names of native species
Molle Schinus molle
Chacatea Dodonaea viscosa
Trumpetbush (lluvia de oro) Tecoma sp.
Jacaranda Jacaranda mimosifolia
Ash (fresno) Fraxinus sp.
Poplar (aliso) Populus sp.
Lloq’e Kageneckia lanceolata
Qhewiña Polylepis spp.
EN CASA CON LA AGROFORESTERÍA
26 de febrero del 2023, por Jeff Bentley
Ya he escrito antes sobre Serafín Vidal, un ingeniero agrónomo que dedica su tiempo libre a desarrollar un innovador sistema agroforestal en casa. Los días hábiles, él trabaja como asistente técnico, enseñando agroforestería dinámica a unos 250 agricultores de los tres valles principales de Cochabamba, Bolivia. Estos agricultores cultivan huertos combinados de manzanos y árboles forestales. Los manzanos proporcionan una cosecha que vender, y los árboles forestales aportan materia orgánica y nutrientes desde las profundidades del suelo. Cuando los árboles se desprenden de sus hojas, forman un mulch que fertiliza los manzanos y las hortalizas sembrados en el suelo.
Anteriormente, yo había visitado a dos de los agricultores que Serafín enseña, y percibí su entusiasmo, pero hace poco, Paul, Marcella, Ana y yo tuvimos la oportunidad de visitar a Serafín en su propia casa, donde plantó su primer bosque, hace unos diez años.
Serafín vive en el pueblo de Arani, a una hora en coche de Cochabamba. Arani ha crecido lentamente desde la época colonial, y todavía tiene parcelas de casas con grandes huertos cerca de la plaza central. Cuando Serafín se hizo cargo de una de estas parcelas, había 700 metros cuadrados de grama detrás de la casa. La tierra, sin vida, tenía afloramientos de sal.
Trabajando los fines de semana, Serafín arrancó el césped y plantó árboles, entre ellos durazneros, higos, ciruelos, tunas, manzanos, paltos, rosas, dalias, gladiolos, palma dátil y los nativos molles, chacatea, lluvia de oro, jacaranda, fresno, aliso, lloq’e, y qhewiña. Ahora tiene unas 100 especies de hierbas, verduras, árboles frutales y vides trepadoras, incluidas las uvas más sabrosas que jamás he comido. Serafín deja troncos y hojarascas en la superficie de la tierra, como en un bosque natural, para que se descompongan lentamente y fertilicen el suelo, al tiempo que dan un hábitat para las lombrices de tierra y otras criaturas beneficiosas.
Cuando Serafín establece un sistema agroforestal, en los primeros años añade un poco de materia orgánica sobre el suelo. Pero con el tiempo, los árboles fertilizan la tierra por sí solos, como en un bosque silvestre, donde el suelo es oscuro y tiene un rico olor de forma natural.
Serafín recogió un puñado de tierra para mostrarnos que estaba llena de vida: lombrices, chanchitos y larvas de escarabajos comedores de madera. Serafín nos lo explicó: “Estas larvas tienen bacterias y hongos en su tracto digestivo. Esto se mezcla con la madera muerta que comen, enriqueciendo el suelo”.
Serafín explica que uno de los principios clave de la agroforestería es imitar el bosque local. Esta diversidad mantiene sanas las plantas. En su bosque plantado no hay enfermedades de las plantas, ni malezas, sólo plantas que se auto-siembran y que él valora. Las únicas dificultades son los pájaros, atraídos por la fruta madura. Serafín los mantiene alejados con redes. Controla la persistente mosca de la fruta con trampas y remedios naturales que él mismo fabrica (sulfocálcico, caldo de ceniza, biol y fosfito, que ya hemos descrito en un blog anterior).
A diferencia de muchos técnicos, Serafín practica lo que enseña. Da vida a sus ideas en casa, en su propia tierra, antes de compartir los principios con los agricultores, ubicados estratégicamente alrededor de los tres grandes valles de Cochabamba (el Valle Alto, el Valle Bajo, y el Valle de Sacaba).
Cada uno de estos agricultores adopta los principios básicos de la agroforestería, y luego se convierte en un ejemplo en su propia comunidad. Esto es importante en un sistema que incluye árboles, que tardan años en madurar.
Serafín sostiene que la agroforestería da menos trabajo que otros estilos de cultivo. “Si hacemos que la agricultura sea fácil, quizá más gente quiera ser agricultor”, afirma.
Los 4 principios de la agroforestería
- No mover el suelo. No ararlo. Sembrar haciendo un pequeño agujero en la tierra con un palo puntiagudo.
- Tener cobertura permanente sobre el suelo. Por ejemplo, con hojas caídas, ramas, troncos y plantas vivas.
- Imitar el bosque del lugar. Combinar muchas especies de plantas de diferentes tamaños y diferentes ciclos de vida.
- En el sistema agroforestal, hay convivencia entre todas las especies. No hay competencia por nutrientes ni luz.
Previamente en el blog de Agro-Insight
Mirar el video
Agradecimientos
El ingeniero Serafín Vidal trabaja para la Fundación Agrecol Andes. Conduce el proyecto de Agroforestería Dinámica, financiada por NATUREFUND. Serafín leyó e hizo comentarios sobre una versión previa de este blog.
Nombres científicos de especies nativas
Molle Schinus molle
Chacatea Dodonaea viscosa
Lluvia de oro Tecoma sp.
Jacaranda Jacaranda mimosifolia
Fresno Fraxinus sp.
Aliso Populus sp.
Lloq’e Kageneckia lanceolata
Qhewiña Polylepis spp.
Listen before you film
Vea la versión en español a continuación
Smallholder farmers always have something thoughtful to say. At Agro-Insight when we film videos, we often start by holding a workshop where we write the scripts with local experts. We write the first draft of the script as a fact sheet. Then we share the fact sheet with communities, so they can validate the text, but also to criticize it, like a peer review.
This week in a peri-urban community on the edge of Cochabamba, Bolivia, we met eight farmers, seven women and a young man, who grow organic vegetables. Their feedback was valuable, and sometimes a little surprising.
For example, one fact sheet on agroecological marketing stressed the importance of trust between growers and consumers, who cannot tell the difference between organic and conventional tomatoes just by looking at them. But these practiced farmers can. They told us that the organic tomatoes have little freckles, and are a bit smaller than conventional tomatoes. That’s the perspective that comes from a lot of experience.
The fact sheet on the potato tuber moth, a serious global pest, had background information and some ideas on control. The moth can be controlled by dusting seed potatoes with chalk (calcium carbonate), a natural, non-metallic mineral. The chalk contains small crystals that irritate and kill the eggs and larvae of the moth. This idea caught the farmers’ imagination. They wanted to know more about the chalk, and where to get it and how to apply it. (It is a white powder, that is commonly sold in hardware stores, as a building material). Our video will have to make carefully explain how to use chalk to control the tuber moth.
The reaction that surprised me the most was from the fact sheet on soil analysis. The fact sheet described two tests, one to analyze pH and another to measure soil carbon. The tests were a bit complex, and a lot to convey in one page. I was prepared for confusion, but instead, we got curiosity. The women wanted to know more about the pH paper, where could they buy it? What would pH tell them about managing their soils? Could we come back and give them a demonstration on soil analysis? Smallholders are interested in soil, and interested in learning more about it.
As we were leaving, we thanked the farmers for their time and help.
They replied that they also wanted to thank us: for listening to them, for taking them into account. “It should always be like this.” They said “New ideas should be developed with farmers, not in the office.”
Paul and Marcella and I will be back later to make videos on these topics, to share with farmers all over the world. Listening to smallholders early in the video-making, before getting out the camera, helps to make sure that other farmers will find the videos relevant when they come out.
ESCUCHAR ANTES DE FILMAR
Jeff Bentley, 4 de diciembre del 2022
Los pequeños agricultores siempre tienen algo interesante que decir. En Agro-Insight, cuando filmamos vídeos, solemos empezar por celebrar un taller donde escribimos los guiones con expertos locales. Escribimos el primer borrador del guion en forma de hoja volante. Luego compartimos la hoja volante con las comunidades, para que puedan validar el texto, pero también para que lo critiquen, como una revisión por pares.
Esta semana, en una comunidad periurbana de las afueras de Cochabamba, Bolivia, nos reunimos con ocho agricultores, siete mujeres y un joven, que cultivan verduras orgánicas. Sus comentarios fueron valiosos, y a veces un poco sorprendentes.
Por ejemplo, una hoja volante sobre la comercialización agroecológica destacaba la importancia de la confianza entre los productores y los consumidores, que no pueden diferenciar los tomates ecológicos de los convencionales con sólo mirarlos. Pero estas agricultoras experimentadas sí pueden. Nos dijeron que los tomates ecológicos tienen pequeñas pecas y son un poco más pequeños que los convencionales. Esa es la perspectiva que da la experiencia.
La hoja informativa sobre la polilla de la papa, una grave plaga a nivel mundial, tenía información de fondo y algunas ideas sobre su control. La polilla puede controlarse cubriendo las papas de siembra con tiza (carbonato cálcico), un mineral natural no metálico. La tiza contiene pequeños cristales que irritan y matan los huevos y las larvas de la polilla. Esta idea llamó la atención de los agricultores. Querían saber más sobre la tiza, dónde conseguirla y cómo aplicarla. (Se trata de un polvo blanco que se vende en las ferreterías como material de construcción). Nuestro video tendrá que explicar cuidadosamente cómo usar la tiza para controlar la polilla del tubérculo.
La reacción que más me sorprendió fue la de la hoja volante sobre el análisis del suelo. La hoja volante describía dos pruebas, una para analizar el pH y otra para medir el carbono del suelo. Las pruebas eran un poco complejas, y mucho para transmitir en una página. Yo estaba preparado para la confusión, pero en lugar de eso, obtuvimos curiosidad. Las mujeres querían saber más sobre el papel de pH, ¿dónde podían comprarlo? ¿Qué les diría el pH sobre el manejo de sus suelos? ¿Podríamos volver y hacerles una demostración sobre el análisis del suelo? Los pequeños agricultores se interesan por el suelo y quieren aprender más sobre ello.
Cuando nos íbamos, dimos las gracias a las agricultoras por su tiempo y su ayuda.
Ellas respondieron que también querían darnos las gracias a nosotros: por escucharles, por tenerles en cuenta. “Siempre debería ser así”. Dijeron: “Las nuevas ideas deben desarrollarse con los agricultores, no en la oficina”.
Paul, Marcella y yo volveremos más tarde a hacer videos sobre estos temas, para compartirlos con los agricultores de todo el mundo. Escuchar a los pequeños agricultores al principio de la realización del vídeo, antes de sacar la cámara, ayuda a asegurarse de que otros agricultores encontrarán los videos pertinentes cuando se publiquen.
Vea la versión en español a continuación
Eleven heads think better than one, as I saw recently in the northern Andes. While filming a video with Paul and Marcella, local people in Ancash, Peru were telling us that they plant pasture seed by “making a hole” and sprinkling in some grass seed and a bit of composted manure. It sounded pretty mundane until I saw someone do it.
Local livestock owners, Feliciano Cruz and Estela Balabarca, took us to see them plant grass in their pasture. Don Feliciano grabbed what looked like a pick, swung it into the ground and pulled up a perfect, fist-sized plug of sod. With a practiced hand, he moved quickly across the pasture, swinging his pick, with lumps of sod flying over his shoulder. In a second or two he could make a perfect, round hole about three inches deep (10 cm).
Doña Estela sprinkled some dry manure into the hole, and added a bit of rye grass seed she had harvested herself, and that was it. The seed wasn’t buried, but enough earth fell in from the sides of the hole to gently cover it.
When the seed sprouts at the bottom of its little hole, it is protected from the wind and animals, but will let in the rain water. Don Feliciano calls his invention the sacabocada (bite-taker), because it takes little bites out of the soil. He designed it to have a way to plant improved fodder grass without plowing the soil.
In a previous blog (The committee of the commons) I mentioned the CIAL, a committee for local, farmer experimenters. I asked don Feliciano how he invented the bite-taker. He said that in the CIAL, they realized that they need to avoid plowing, to conserve the soil. So, they designed a tool, based on the pick, but it made a big crack in the earth, and it did not release the clod. So the CIAL members kept talking about how to improve the bite-taker.
Don Feliciano said these discussions were “almost like a game,” until they came up with the idea of welding a short tube to a pick head. That design worked. The CIAL got the municipality to fund them to make 25 copies for 25 soles (about $6) each. Don Feliciano is not sure how many people use the bite-taker, but we did hear about the technique from at least one other community member.
The CIAL itself was an innovation, created by a team in Colombia, to bring together farmers and agronomists to dream up fresh ideas. The CIAL reached this corner of Peru through Vidal Rondán, an adult educator who read about the farmer committee, and contacted its creators for advice. He organized several of the CIALs. Nearly 25 years later, this community of farmers in the northern Peruvian Andes is still using the CIALs as a way to bring people together to stimulate creative thought.
In agricultural development, useful ideas, like CIALs, tend to blossom and then die, instead of evolving. This is partly because it is more rewarding to think of new tools and give them cool names than to tinker with an old concept. Like the bite-taker, the CIAL may have deserved a wider application than it got. But then, the bite-taker and the CIAL are both still available to be dusted off, or to provide inspiration for the next Big Idea.
Related Agro-Insight blogs
Further reading
Ashby, Jacqueline Anne 2000 Investing in farmers as researchers: Experience with local agricultural research committees in Latin America. Cali, Colombia: CIAT.
Video on another idea for research in rural communities
Acknowledgements
The visit to Peru to film various farmer-to-farmer training videos with farmers like don Feliciano was made possible with the kind support of the Collaborative Crop Research Program (CCRP) of the McKnight Foundation. Thanks to Vidal Rondán of the Mountain Institute for introducing us to the community.
MEJORES AGUJEROS PARA SEMBRAR PASTO
Jeff Bentley, 12 de junio del 2023
Once cabezas piensan mejor que una, como confirmé hace poco en el norte de los Andes. Mientras grabábamos un video con Paul y Marcella, la gente de Ancash (Perú) nos contaba que ellos sembraban los pastos “haciendo un hueco” y echando algunas semillas de pasto y un poco de estiércol compostado. Sonaba bastante mundano hasta que vi a alguien hacerlo.
Los ganaderos locales, Feliciano Cruz y Estela Balabarca, nos llevaron a ver cómo sembraban el pasto. Don Feliciano agarró lo que parecía una picota, la clavó en la tierra y sacó un tapón de césped, del tamaño de un puño. Con una mano experta, se movió rápidamente sobre el pasto, moviendo la picota de arriba para abajo, con trozos de césped volando sobre su hombro. En un segundo o dos pudo hacer un agujero perfecto y redondo de unos 10 cm de profundidad.
Doña Estela esparció un poco de estiércol seco en el agujero y añadió un poco de semilla de ray gras que ella misma había cosechado, y eso fue todo. La semilla no se enterró, pero cayó suficiente tierra por los lados del agujero para cubrirla ligeramente.
Cuando la semilla brota en el fondo de su agujerito, queda protegida del viento y de los animales, pero deja entrar el agua de la lluvia. Don Feliciano llama a su invento la sacabocada, porque saca pequeñas bocadas de la tierra. Lo diseñó para poder sembrar pasto forrajero mejorado sin arar la tierra.
En un blog anterior (Comité campesino) mencioné el CIAL, un comité de experimentadores locales y campesinos. Le pregunté a don Feliciano cómo había inventado la sacabocada. Me dijo que en el CIAL se dieron cuenta de que necesitaban evitar arar el suelo, para conservarlo. Así que diseñaron una herramienta, basada en el pico, pero que hacía una gran grieta en la tierra, y no soltaba el terrón. Así que los miembros del CIAL siguieron hablando de cómo mejorar la sacabocada.
Don Feliciano dijo que estas discusiones eran “casi como un juego”, hasta que se les ocurrió soldar un tubo corto a la cabeza de la picota. Ese diseño funcionó. El CIAL consiguió que la municipalidad les financiara la fabricación de 25 ejemplares por 25 soles (unos 6 dólares) cada uno. Don Feliciano no está seguro de cuántas personas usan la sacabocada, pero nos enteramos de la técnica por al menos otro miembro de la comunidad.
El CIAL en sí mismo fue una innovación, creada por un equipo de Colombia, para reunir a agricultores y agrónomos con el fin de experimentar con nuevas ideas. El CIAL llegó a este rincón de Perú a través de Vidal Rondán, un educador de adultos que leyó sobre el comité de agricultores y se puso en contacto con sus creadores para pedirles consejo. Él organizó varios de los CIALes. Casi 25 años después, esta comunidad de agricultores del norte de los Andes peruanos sigue usando los CIALes como forma de reunir a la gente para estimular el pensamiento creativo.
En el desarrollo agrícola, las ideas útiles, como los CIAL, tienden a florecer y luego morir, en vez de evolucionarse. Esto se debe, en parte, a que es más gratificante pensar en nuevas herramientas y darles nombres atractivos que retocar un concepto antiguo. Al igual que la sacabocada, el CIAL podría haber merecido una aplicación más amplia de la que tuvo. Pero tanto la sacabocada como el CIAL siguen estando disponibles para ser desempolvados, o para servir de inspiración para la próxima Gran Idea.
Otros blogs de Agro-Insight
Lectura adicional
Ashby, Jacqueline A., Ann R. Braun, Teresa Gracia, M. D. P. Guerrero, Luis Alfredo Hernández Romero, Carlos Arturo Quirós Torres, y J. A. Roa. 2001.La comunidad se organiza para hacer investigación: experiencias de los comités de investigación agrícola local, CIAL en América Latina. CIAT: Cali, Colombia
Video sobre otra idea para investigación en comunidades
Agradecimientos
Nuestra visita al Perú para filmar varios videos agricultor-a-agricultor con agricultoras como don Feliciano fue posible gracias al generoso apoyo del Programa Colaborativo de Investigación de Cultivos (CCRP) de la Fundación McKnight. Gracias a Vidal Rondán del Instituto Montaño por presentarnos a la comunidad.
Nederlandse versie hieronder
Estela Balabarca and her husband Feliciano Cruz, in the village of Canrey Chico, in Ancash, Peru, are in their late fifties early sixties and every day milk their 8 cows. One morning, the couple had invited us to join them while they moved their cows and calves to a new pasture, something we wanted to film for our video on rotational grazing.
Marcella, Jeff and I arrive early, to be sure we don’t miss this event. Feliciano opens the gate for us and tells us that they still need to milk their cows before moving them. Although we already had some shots from a local person milking, Marcella, who lets no moment go to waste, starts filming, while Jeff and I keep out of the frame and carefully observe how they go about milking.
All cows are tethered. Tied with a rope to a peg pounded into the soil, the animals can only graze a certain circle of pasture. Their calves are tethered a bit further down in the field. When Feliciano releases one calf, she immediately runs to her mother to suckle. From the other side of the cow, Feliciano, removes the teat from the calf’s mouth after which she quickly searches another teat to suckle on. After having repeated this several times, Feliciano knows the cow is releasing her milk. He now pulls the rope of the calf away from the mother, and inserts the peg in the soil, leaving the rope just long enough so that the calf can be nuzzled by her mother.
When you take the time to watch this scene, and see how mother and calf lovingly rub against each other, you cannot but feel tenderness for the animals and respect for the farmers who treat their animals like loving, living creatures.
Their cows look healthy, mostly crossbreeds with the Brown Swiss breed, and seeing the grasses and flowering plants as we have in Europe, and snow-peaked mountains in the back, it takes little imagination to think for a moment that you are in Switzerland.
In less than 5 minutes Estela has her bucket full of creamy milk. When I ask her how much each cow gives, she says: “Each cow gives about 6 litres of milk. You see my bucket is full, but the top is all foam.” In the evening, each cow gives another 3 to 4 litres. Both the milk and the cheese they prepare from it are sold to the local community.
After finishing milking a cow, the farmer releases the calf again. As she suckles, the calf drains the mother’s teats of any remaining milk. This ensures that the teat does not get the bacterial infection called mastitis. This painful infection of teats and udder, after which the cow may stop giving milk, is a frequent disease across the globe for which often antibiotics are used.
While industrial farming has reduced cows to milking machines who may never get to see a green pasture or have time to caress their offspring, it is encouraging that various international efforts are being made to bring back ethical values in food production. The Natural Livestock Farming Foundation (NLF) is one such great initiative that shares experiences between dairy farmers in the Netherlands, India, Uganda and Ethiopia (among others). NLF regularly organises international webinars and events on natural ways of dairy calf raising and animal health. By including examples in farmer-to-farmer training videos, such as the one we are producing on rotational grazing in Peru, we hope such respectful practices will inspire farmers across the world.
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Veterinarians and traditional animal health care
Acknowledgements
The visit to Peru to film various farmer-to-farmer training videos with farmers like doña Estela and don Fernando was made possible with the kind support of the Collaborative Crop Research Program (CCRP) of the McKnight Foundation. Thanks to Vidal Rondán of the Mountain Institute for introducing us to the community.
Videos on how to improve livestock
See the many training videos on livestock hosted on the Access Agriculture video platform.
Moeder en kalf
Estela Balabarca en haar man Feliciano Cruz, in het dorp Canrey Chico, in Ancash, Peru, zijn eind vijftig begin zestig en melken elke dag hun 8 koeien. Op een ochtend had het echtpaar ons uitgenodigd om met hen mee te gaan terwijl ze hun koeien en kalveren naar een nieuwe weide verplaatsten, iets wat we wilden filmen voor onze video over rotatiebegrazing.
Marcella, Jeff en ik komen vroeg aan, om er zeker van te zijn dat we dit evenement niet missen. Feliciano opent het hek voor ons en vertelt ons dat ze hun koeien nog moeten melken voordat ze verplaatst worden. Hoewel we al enkele opnamen hadden van een lokaal persoon die aan het melken was, begint Marcella, die geen moment onbenut laat, te filmen, terwijl Jeff en ik buiten beeld blijven en zorgvuldig observeren hoe ze te werk gaan bij het melken.
Alle koeien zijn vastgebonden. Vastgebonden met een touw aan een in de grond geslagen pin, kunnen de dieren alleen grazen in een bepaalde cirkel van de weide. Hun kalveren zijn vastgebonden een eindje verderop in het veld. Als Feliciano een kalf loslaat, rent het onmiddellijk naar haar moeder om te zogen. Aan de andere kant van de koe gezeten, verwijdert Feliciano de speen uit de mond van het kalf, waarna het snel een andere speen zoekt om aan te zuigen. Na dit verschillende keren herhaald te hebben, weet Feliciano dat de koe haar melk aan het afgeven is. Hij trekt nu het touw van het kalf weg van de moeder, en steekt de pin in de grond, waarbij hij het touw net lang genoeg laat zodat het kalf door haar moeder kan worden geknuffeld.
Als je de tijd neemt om dit tafereel te bekijken, en ziet hoe moeder en kalf liefdevol tegen elkaar aan schuren, kun je niet anders dan tederheid voelen voor de dieren en respect voor de boeren die hun dieren behandelen als liefdevolle, levende wezens.
Hun koeien zien er gezond uit, meestal kruisingen van het ras Brown Swiss, en bij het zien van de grassen en bloeiende planten zoals wij die in Europa hebben, en de met sneeuw bedekte bergen op de achtergrond, is er weinig fantasie nodig om je voor een moment in Zwitserland te wanen.
In minder dan 5 minuten heeft Estela haar emmer vol romige melk. Als ik haar vraag hoeveel elke koe geeft, zegt ze: “Elke koe geeft ongeveer 6 liter melk. Je ziet dat mijn emmer vol is, maar de bovenkant is allemaal schuim.” s Avonds geeft elke koe nog eens 3 tot 4 liter. Zowel de melk als de kaas die ze ervan maken, worden verkocht aan de plaatselijke gemeenschap.
Nadat de boer klaar is met het melken van de koe, laat hij het kalf weer vrij. Terwijl het kalf zoogt, onttrekt het de resterende melk aan de spenen van de moeder. Dit zorgt ervoor dat de speen niet de bacteriële infectie oploopt die mastitis wordt genoemd. Deze pijnlijke infectie van spenen en uier, waarna de koe kan stoppen met het geven van melk, is een veel voorkomende ziekte over de hele wereld waarvoor vaak antibiotica worden gebruikt.
Terwijl de industriële landbouw koeien tot melkmachines heeft gereduceerd die misschien nooit een groene weide te zien krijgen of tijd hebben om hun kalveren te strelen, is het bemoedigend dat er diverse internationale inspanningen worden geleverd om ethische waarden in de voedselproductie terug te brengen. De Natural Livestock Farming Foundation (NLF) is zo’n geweldig initiatief dat ervaringen uitwisselt tussen melkveehouders in onder meer Nederland, India, Oeganda en Ethiopië. NLF organiseert regelmatig internationale webinars en evenementen over natuurlijke manieren van melkkalveropfok en dierengezondheid. Door voorbeelden op te nemen in trainingsvideo’s van boer tot boer, zoals de video die we momenteel maken over rotatiebegrazing in Peru, hopen we dat dergelijke respectvolle praktijken boeren over de hele wereld zullen inspireren.
Vea la versión en español a continuación
Potatoes sold at the market have to be sorted by size, which sounds more tedious than it is. This past February, Nancy Herrera, a farmer in Locoa, near Latacunga, explained that sorting is easy, because the hands know how to do it.
This seemed odd to me, until I saw people selecting potatoes that way in Cuturiví Chico, near Pujilí, in Cotopaxi. Agronomist Victoria López had convinced a farm family to let us film them harvesting a field of potatoes. They used their hoes to gently break open the ridges of earth, and reveal the tubers inside.
The potatoes were tossed into little piles in the field, and the family immediately sorted them, which is important because each size has its own use. But the family does not sit at a pile, tossing each tuber into smaller piles. They have a more efficient strategy.
First, don Abelardo took a bag and moved from pile to pile, taking out the largest potatoes, about the size of his fist. These are the “gruesas,” that is, the “thick” or big ones. These will be sold immediately. His daughter-in-law collected the next smallest size, “la segunda,” about the size of an egg. These would be kept for seed, or they could be sold, if the price was right. Their cousin collected the smallest ones, in another bag, “la tercera,” which would be seed if the bigger ones were all sold. It took a few minutes for three people to sort out this small harvest. The potatoes that were left are “kuchi,” from the Kichwa word for “pig;” these were gathered up last and would be used as animal feed. They included not just the smallest tubers, but also bigger ones that were damaged. Sorting this way efficiently grades the potatoes by size while culling the unhealthy ones.
Finally, don Abelardo sewed each bag shut with blue twine. Each bag was tied in a different knot to indicate its size. The bag with the big gruesas had two ears. The segundas were in a one-eared bag. The tercera bag has no ears at all, and the kuchi potatoes are in a bag with one ear, but with blue twine tied to the ear itself (in case the kuchi is ever sold). There is a potential market for all potatoes and the ears on the bag communicate the size all the way down the market chain, from farmers to wholesalers to retailers.
As the family sorts the potatoes, Marcella films them for a video on seed potato. The farmers’ practiced hands move quickly, and gracefully, accurately sorting the potatoes while barely glancing at them.
Like everything that family farmers do, there is art in these bags of potatoes, neatly and accurately sorted by size, and bagged, some for sale, some for animals, and two medium sizes that will be stored for a while and eaten, sold or used as seed, depending on the rise and fall of market prices.
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Acknowledgements
Thanks to Ing. Victoria López (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias—INIAP) for sharing her knowledge of Ecuador and farming with us, and for introducing us to the farmers she works with.
LAS MANOS CONOCEN
Jeff Bentley, 10 de abril del 2022
Las papas que se venden en el mercado tienen que clasificarse por tamaño, lo que parece más tedioso de lo que es. El pasado mes de febrero, Nancy Herrera, una agricultora de Locoa, cerca de Latacunga, explicó que la clasificación es fácil, porque las manos saben cómo hacerlo.
Esto me pareció extraño, hasta que vi a gente seleccionando papas de esa manera en Cuturiví Chico, cerca de Pujilí, en Cotopaxi. La ingeniera agrónoma Victoria López había convencido a una familia de agricultores para que les dejáramos filmar la cosecha de un campo de papas. Usaron sus azadones para abrir suavemente las crestas de tierra y revelar los tubérculos que había dentro.
Las papas se colocan en pequeños montones en el campo y la familia las clasifica inmediatamente, lo que es importante porque cada tamaño tiene su propio uso. Pero la familia no se sienta junto a un montón, echando cada tubérculo en montones más pequeños. Tienen una estrategia más eficaz.
En primer lugar, don Abelardo agarra una bolsa y pasa de un montón a otro, sacando las papas más grandes, del tamaño de su puño. Estas son las “gruesas”, es decir, las “gruesas” o grandes. Se venden inmediatamente. Su nuera recogía el siguiente tamaño más pequeño, “la segunda”, del tamaño de un huevo. Estas se guardan como semilla o se venden, si el precio está bien. Su prima recogía las más pequeñas, en otra bolsa, “la tercera”, que sería semilla si se vendían todas las más grandes. Las tres personas tardaron unos minutos en recoger esta pequeña cosecha. Las papas que quedaron son “kuchi”, palabra kichwa que significa “cerdo”; se recogieron en último lugar y se usarían como alimento para animales. Las papas kuchis no solo incluían los tubérculos más pequeños, sino también los grandes que estaban dañados. La clasificación de este modo permite separar eficazmente las papas por su tamaño, al tiempo que se eliminan las que están mal.
Por último, don Abelardo cosía cada bolsa con una cabuya azul. Cada bolsa estaba atada con un nudo diferente para indicar su tamaño. La bolsa con las gruesas tenía dos orejas. Las segundas estaban en una bolsa de una oreja. La tercera bolsa no tenía ninguna oreja, y las papas kuchis estaban en una bolsa con una oreja, pero con cabuya azul atada a la oreja (por si alguna vez se vende la kuchi). Hay un mercado potencial para todas las papas y las orejas de la bolsa comunican el tamaño a lo largo de toda la cadena de mercado, desde los agricultores hasta los mayoristas y los minoristas.
Mientras la familia clasifica las papas, Marcella las filma para un video sobre las papas de semilla. Las manos expertas de los agricultores se mueven con rapidez y elegancia, clasificando las papas con precisión y sin apenas mirarlas.
Como todo lo que hacen las familias agrícolas, hay arte en estas bolsas de papas, ordenadas con precisión por tamaños, y embolsadas, algunas para la venta, otras para los animales, y dos tamaños medianos que se almacenarán durante un tiempo y se comerán, venderán o usarán como semilla, dependiendo de las subidas y bajadas de los precios del mercado.
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Agradecimientos
Gracias a la Ing. Victoria López (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias-INIAP), y a por compartir su conocimiento del agro ecuatoriano, y por presentarnos a las familias con las cuales trabaja.