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Burning the Chiquitania September 22nd, 2024 by

Vea la versión en español a continuación

Forest fires in Bolivia are burning more than trees and animals; they are snuffing out a whole way of life. Leoncio Chávez is an indigenous community leader (cacique) and a volunteer forest fire fighter in the Chiquitania. This is an area of dry forest in the Eastern Bolivian lowlands, and one of the parts of the country most burned by recent fires.

On a webinar, on 12 September 2024, don Leoncio explained how the fire burns out indigenous farm communities.

The interculturales (migrants from the Andes) move to an area in the Chiquitania, in spaces in between the native communities. As the interculturales burn forest to clear land to plant soy beans and other commercial crops, the fires escape, raging though native villages and burning down the fruit trees, the banana gardens and the cassava fields, besides people’s homes.

The communities are left uninhabitable, and people are forced to the small town of San Javier, or to the big city of Santa Cruz. Sixteen communities around San Javier have been severely damaged by one huge fire in the past 70 days. The streams are filled with ash and the water becomes undrinkable.

As of September, 2024, the area in flames is so large that the volunteer fire fighters are getting discouraged. The army recently came in to help them, but the fire was too big even for the army.

In San Javier, the interculturales and peasant farmers (campesino) move into those burned areas. The settlers then rent the land to Mennonites, who use machinery to grow commercial soy beans, explains Leoncio Chávez.

On the same webinar, Miguel Vargas Delgado, director of CEJIS, explained that the Ayoreo people, a small native ethnicity, are also being burned out of their homes. The Ayoreo were hunters and gatherers, until the mid-twentieth century, when they settled in communities like Santa Teresa, and Tobité. Those villages have both burned in recent years. The Ayoreo are able to escape the fires, and then come back to try to rebuild, but there is nothing left but ashes.

Indigenous peoples move into the city, or camp along highways, looking for any way to stay alive. There, the Ayoreo are stigmatized by the urbanites, for leaving their forest homes. But their homes are gone. As Miguel Vargas explains, this is not genocide, because the people survive the fires. It’s ethnocide, the systematic stamping out of people’s homes and livelihoods.

The same week as the webinar, there were large protests across Bolivia. I attended one where young marchers unfurled a long Bolivian flag in the main intersection of Cochabamba, demanding an end to the fires, and snarling rush hour traffic.

And finally, the government of Bolivia began to change its policy. By the end of the week, on 14 September, the president of Bolivia, Luis Arce announced what sounded like structural change. He said there would be two new centers to monitor forest fires. Fires would no longer be allowed as a tool to clear agricultural land. Arce announced a new presidential decree (number 5225) mandating an environmental pause: forest burned this year would not be allowed to be converted to agriculture for at least five years. During this pause there would be an attempt to allow the forest to grow back. There will also be incentives for people to farm sustainably, without setting forest fires, although Arce shared few details on how this would happen.

It is not time to celebrate. Among other things, the National Congress is dragging its feet instead of repealing the “fire laws†that legally encourage the forest fires. But a change in policy is needed, not just to save the trees and the animals, but also to stop the ethnocide.

Related Agro-Insight blog

Ashes of the Amazon: Legal Destruction of Bolivia’s Forests

What you can do

Boycott Bolivian soy beans

Eat less meat

Join protest movements

Acknowledgements

The webinar was called “Incendios Provocados, Devastación y Propuestas Estructurales.†It was hosted by Mery Vaca of Sumando Voces, a news site.

CEJIS is the Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Center for Legal Studies and Social Research), a think tank.

You can hear President Arce’s remarks here https://eldeber.com.bo/pais/arce-anuncia-incentivos-financieros-para-productores-que-no-quemen-y-la-llegada-de-un-avion-cisterna_384844

 

INCENDIANDO LA CHIQUITANIA

Por Jeff Bentley 22 de septiembre del 2024

Los incendios forestales en Bolivia están matando más que árboles y animales; están apagando toda una forma de vida. Leoncio Chávez es un líder comunitario indígena (cacique) y un bombero voluntario en la Chiquitania. Esta es un área de bosque seco en las tierras bajas orientales de Bolivia, y una de las partes del país más afectadas por los recientes incendios.

En un webinar, el 12 de septiembre de 2024, don Leoncio explicó cómo el fuego arrasa con las comunidades de agricultores indígenas.

Los interculturales (migrantes de los Andes) se trasladan a un área en la Chiquitania, en espacios entre las comunidades nativas. A medida que los interculturales queman el bosque para el desmonte para sembrar soya y otros cultivos comerciales, los incendios se escapan, destruyendo comunidades nativas y quemando los árboles frutales, los cultivos de plátano y sembradíos de yuca, además de las casas de las familias.

Las comunidades quedan inhabitables, y la gente se ve obligada a trasladarse al pequeño pueblo de San Javier o a la gran ciudad de Santa Cruz. Dieciséis comunidades alrededor de San Javier han sido severamente dañadas por un enorme incendio en los últimos 70 días. Los ríos están llenos de cenizas y el agua no se puede beber.

Ya en septiembre de 2024, el área en llamas es tan grande que los bomberos voluntarios están desanimados. El ejército recientemente llegó para ayudarlos, pero el fuego era demasiado grande incluso para el ejército.

En San Javier, los interculturales y los campesinos se trasladan a esas áreas quemadas. Los colonos luego alquilan la tierra a menonitas, quienes usan maquinaria para cultivar soya comercial, explica Leoncio Chávez.

En el mismo webinar, Miguel Vargas Delgado, director de CEJIS, explicó que el pueblo ayoreo, una pequeña etnia nativa, también está siendo desplazado por los incendios. Los ayoreos eran cazadores y recolectores hasta mediados del siglo 20, cuando se establecieron en comunidades como Santa Teresa y Tobité. Esas comunidades también han sido quemadas en años recientes. Los ayoreos logran escapar de los incendios y luego regresan para tratar de reconstruir, pero no queda nada más que cenizas.

Los pueblos indígenas se trasladan a la ciudad o hacen pequeños campamentos a lo largo de las carreteras, buscando sobrevivir de alguna manera. Ahí, los ayoreos son estigmatizados por los citadinos por haber dejado sus hogares en el bosque. Pero sus hogares ya no existen. Como explica Miguel Vargas, esto no es genocidio, porque la gente sobrevive a los incendios. Es etnocidio, la erradicación sistemática del hogar y de los medios de vida de las personas.

La misma semana del webinar, hubo grandes protestas en toda Bolivia. Asistí a una donde jóvenes manifestantes desplegaron una larga bandera boliviana en la intersección principal de Cochabamba, exigiendo el fin de los incendios y causando congestión en la hora pico.

Al fin, el gobierno boliviano comenzó a cambiar su política. Al final de la semana, el 14 de septiembre, el presidente de Bolivia, Luis Arce, anunció lo que parecía un cambio estructural. Dijo que habría dos nuevos centros para monitorear incendios forestales. Ya no se permitirían incendios como herramienta para desmontar tierras agrícolas. Arce anunció un nuevo decreto supremo (5225) que ordenaba una pausa ambiental: durante al menos cinco años, no se permitiría convertir en agricultura el bosque quemado este año. Durante esta pausa se intentaría permitir que el bosque volviera a crecer. También habrá incentivos para que las personas cultiven de manera sostenible, sin provocar incendios forestales, aunque Arce compartió pocos detalles sobre cómo esto se llevaría a cabo.

No es momento para celebrar. Entre otras razones, porque la Cámara de Diputados resiste abrogar las “leyes incendiarias†que fomentan legalmente los incendios forestales. Pero un cambio en la política es esencial, no sólo para salvar los árboles y los animales, sino también para detener el etnocidio.

Blog de Agro-Insight sobre el mismo tema

Cenizas de la Amazonía: Destrucción legal de los bosques de Bolivia

Lo que puedes hacer

Boicotear la soya boliviana

Comer menos carne

Participar en protestas

Agradecimientos

El webinar se llamó “Incendios Provocados, Devastación y Propuestas Estructurales.†La organizadora era Mery Vaca de Sumando Voces, un sitio noticiero.

CEJIS es el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social, una ONG.

Puede escuchar las palabras del Presidente Arce aquí https://eldeber.com.bo/pais/arce-anuncia-incentivos-financieros-para-productores-que-no-quemen-y-la-llegada-de-un-avion-cisterna_384844

 

Ashes of the Amazon: Legal Destruction of Bolivia’s Forests September 8th, 2024 by

Vea la versión en español a continuación

The Amazonian rain forest is being systematically destroyed in Bolivia, and it’s mostly legal. That’s what I learned recently from Juan Pablo Chumacero, the director of Fundación Tierra, a Bolivian think tank.

Speaking at the meeting of the Bolivian Agroecological Movement, Chumacero was able to keep a friendly tone, in spite of his disturbing topic.

I knew the rain forest was being cleared, and fast. Massive forest fires, set on purpose, darken the skies of cities hundreds of kilometers away. Besides fire, some forests are also cleared more discretely, by bulldozers.

Eight million hectares have been deforested already, and 300,000 to 400,000 more are cleared every year. That means that an area larger than Rhode Island, or of Luxemburg, is lost every year. There is quick money to be made from deforestation, and many people are getting into the act, including medium and large farmers,  Bolivian and foreign companies, Mennonites, peasant farmers, land grabbers and “interculturales†(people who are moving away from their rural, Andean homes, and shedding their indigenous identity).

The irreparable damage is a structural problem. The Bolivian government has set a goal, to triple farmland from 3.5 million hectares to 10 million, and to boost the cattle population from 10 million head to twice that many. To speed that goal along, the government has now made it easy to get a deforestation permit. You no longer need to have title to the land to get an authorization to deforest. Three-fourths (74%) of deforestation is happening legally.

The main reason is to plant more soya. After a few years the soil’s natural fertility is exhausted and the land may be used to raise cattle. Some of the forest grows on soil that is too poor to support agriculture. After a couple of years of growing soya, the former forest is nothing but sand, and the agricultural frontier moves on.

There is still time to save this valuable forest, but it will take action.

What you can do:

  • Boycott Bolivian beef and soy beans.
  • Eat less meat. The rising market demand for meat entices governments to adopt policies to destroy the forest.
  • Put concerted pressure on the Bolivian government and on international organizations to adopt a forest conservation policy.

Photo by Enrique Canedo, Wikimedia Commons

CENIZAS DE LA AMAZONÃA: DESTRUCCIÓN LEGAL DE LOS BOSQUES DE BOLIVIA

Jeff Bentley, 8 de septiembre del 2024

El bosque amazónico está siendo destruida sistemáticamente en Bolivia, y es mayormente legal. Eso es lo que aprendí recientemente de Juan Pablo Chumacero, el director de Fundación Tierra, una ONG boliviano.

Hablando en la reunión del Movimiento Agroecológico Boliviano, Chumacero pudo mantener un tono amistoso, a pesar de su tema perturbador.

Yo ya sabía que estaban arrasando con el bosque, y rápidamente. Incendios forestales masivos, provocados a propósito, tapan el cielo con humo en ciudades a cientos de kilómetros del fuego. Además de los incendios, algunos bosques también se botan de manera más discreta, por maquinaria pesada.

Ya se han deforestado ocho millones de hectáreas, y talan entre 300,000 y 400,000 más cada año. Eso significa que se pierde un área más grande que Rhode Island o Luxemburgo cada año. Se gana dinero rápido con la deforestación, y muchas personas se prestan a hacerlo, incluidos agricultores medianos y grandes, empresas bolivianas y extranjeras, menonitas, campesinos, avasalladores y “interculturales†(personas que se están alejando de sus hogares rurales andinos y dejando a un lado su identidad indígena).

El daño irreparable es un problema estructural. El gobierno boliviano ha establecido un objetivo de triplicar la tierra cultivable de 3.5 millones de hectáreas a 10 millones, y aumentar la población de ganado de 10 millones de cabezas a 20 millones. Para lograr sus metas, el gobierno ahora ha agilizado el trámite de obtener el certificado de desmonte. Ya no es necesario tener título de propiedad de la tierra para obtener una autorización de desmonte. Tres cuartas partes (74%) de la deforestación ocurre legalmente.

La razón principal es para sembrar más soya. Después de unos años, la fertilidad natural del suelo se agota y la tierra solo sirve criar ganado. Dan títulos a los interculturales para tierras de vocación forestal. Pero siembran soya, y lo dejan un arenal. La frontera agrícola sigue avanzando.

Aún hay tiempo para salvar este valioso bosque, pero se necesitará acción.

Lo que puedes hacer:

  • Boicotear la carne y la soya bolivianas.
  • Comer menos carne. La creciente demanda del mercado de carne es lo que incita a los gobiernos a adoptar políticas que destruyen el bosque.
  • Hacer presión concertada sobre el gobierno boliviano y sobre organizaciones internacionales para adoptar una política de conservación forestal.

Foto por Enrique Canedo, Wikimedia Commons

Planting water May 5th, 2024 by

Vea la versión en español a continuación

If a drier world needs more water, we may have to plant it ourselves. So, last week I took a course on how to do that. It was taught by my friends at Agroecología y Fe, a Bolivian NGO, which is doing applied, practical research on ways to plant and harvest water.

As we learned on the course, if the land is gently sloping, 0 to 6%, and if the bedrock is made of soft stone, rainwater can soak into it. The mountain slopes above the valleys of Cochabamba are made of soft, sedimentary rock, especially sandstone and shale. Many of the aquifers are short, just a few kilometers. Water that permeates the bedrock may emerge as a spring not far downhill. And the slower the water runs off the land, the more moisture sinks in.

The NGO’s name means “Agroecology and Faith.†And it must have taken a leap of faith eight years ago when they began to convince the people of the village of Chacapaya, Sipe, about an hour and a half from the city of Cochabamba, that there was a way to “plant water,†for their homes and gardens.

Marcelina Alarcón and Freddy Vargas, who are both agronomists with Agroecology and Faith, had worked with the community for years, on agroecological gardening projects. Still, it took a year to convince the people that there was a way to bring in more water. It was only after the local people saw that their springs and streams were starting to dry up, that they eventually agreed to try planting water.

They started by observing their land, hiking uphill from the springs. The oldest people, who knew the land well, showed Marcelina and Freddy were the water soaked in, or at least, where it used to soak in, before most of the vegetation had been removed by grazing animals and by cutting firewood.

They identified a plateau above the village, with five long, gently sloping depressions. In one of these places, called San Francisco, they dug shallow trenches with small machinery to slow the water. The community members also met to sign a document promising that in San Francisco they would not:

  1. Graze livestock
  2. Cut firewood
  3. Burn vegetation, or
  4. Plow up land for farming

As I learned from Germán Vargas, Freddy’s brother and the coordinator of Agroecology and Faith, those four commitments are the key to planting water. It sounds like a lot to ask, but Bolivians are now cooking with natural gas, even in the countryside, so firewood is less important. Children are going to school and don’t have time to herd sheep and goats. Many families have moved to the city, or commute there to work. They may still come home to plant crops, but are less interested in plowing up remote land for new fields. All of this means that there is less pressure on marginal lands, and an opportunity to use them to generate water.

When the course participants visited San Francisco, most of the water infiltration trenches were still holding water, even though it had not rained for weeks. It was hard to believe that just seven years earlier, this land had been bare, hardpacked soil. Now it was covered with native plants. Small trees were growing, not just the qhewiñas that the people had planted recently, but other species that were sprouting on their own, like khishwara, as well as brush, and grasses, including needle grass. Reforestation has worked so well that in January of 2024, the community dedicated another of their highland pastures to planting water.

Below San Francisco, there is a steep rocky slope, and at the base of that, a small spring that collects water from the plateau. When we saw the spring, it was gushing with clear water. Freddy explained that in 2017 this spring produced 2.3 liters of water per second. Every year it varied, with the rainfall, but the spring tended to hold more water every year. In 2024 it was running at about 5 liters per second, twice as much water in seven years.

The water from the spring feeds a stream that passes through Chacapaya, and the community has built tanks and tubes to distribute the water for drinking, irrigation and for livestock. Fortunately, the water benefits two communities. Below Chacapaya, the water flows into the River Pancuruma, which is dry most of the year. However, there is water just below the surface, where the residents of Chawarani, a neighborhood of the small city of Sipe Sipe, had dug a shallow well into the riverbed. Thanks in part to the water running off of San Francisco, the well is full of clear, clean water.

In 2023, donors helped pay for a large water tank (about 830,000 liters) in Chawarani, now filled by a solar pump, serving the community. The local people provided the labor and local materials for the project.

In these times when everything seems to be going wrong, I was glad to see that water can be managed creatively. This is a first experience, and yes, it has outside funding, but it’s proof of concept. Communities in other semi-arid parts of the world with degraded pasture on sloping land have an opportunity to use damaged lands to plant and harvest water. This is important in a warmer, drier world.

Acknowledgements

Thanks to Ing. Germán Vargas, Ing. Marcelina Alarcón, and Ing. Freddy Vargas, who all work at Agroecología y Fe, for offering an excellent course, and for the inspiring work they do. This work is supported by Misereor, Trees for All, Wilde Ganzen Foundation, Helvetas, and Fundación Samay. Thanks also to Germán Vargas, Paul Van Mele, and Clara Bentley for reading and commenting on a previous version of this story.

Photos

The top photo is courtesy of Germán Vargas. The others are by Jeff Bentley.

Scientific names

Qhewiña is Polylepis spp. Khishwara is Buddleja spp. Needle grass is Stipa ichu.

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SEMBRAR AGUA

Por Jeff Bentley, 5 de mayo del 2024

Si un mundo más seco necesita más agua, quizá tengamos que sembrarla. La semana pasada asistí a un curso sobre cómo hacerlo. Lo impartieron mis amigos de Agroecología y Fe, una ONG boliviana que hace investigación aplicada y práctica sobre cómo sembrar, criar y cosechar agua.

Como aprendimos en el curso, si el terreno tiene una pendiente suave, del 0 al 6%, y si la piedra madre es blanda, el agua de lluvia puede infiltrarse. Las faldas de la cordillera alrededor de los valles de Cochabamba son de roca sedimentaria blanda, sobre todo arenisca y lutita. Muchos de los acuíferos son cortos, de unos pocos kilómetros. El agua que penetra la roca puede brotar en un manantial no muy lejos, cuesta abajo. Y si el agua corre más lento sobre la tierra, se infiltra más.

Los de la ONG Agroecología y Fe realmente mostraron algo de fe hace ocho años, cuando empezaron a convencer a los comuneros de Chacapaya, Sipe, a una hora y media de la ciudad de Cochabamba, de que había una forma de sembrar agua, para sus hogares y sus huertos.

Marcelina Alarcón y Freddy Vargas, ambos agrónomos de Agroecología y Fe, llevaban años trabajando con la comunidad en proyectos de huertos agroecológicos. Aun así, les costó un año convencer a la gente de que había una forma de traer más agua. Sólo después de que la gente viera que sus vertientes y ríos empezaban a secarse, quedaron en intentar sembrar y criar agua.

Empezaron por observar sus tierras, desplazándose cuesta arriba desde las vertientes. Los más ancianos, que conocían bien la tierra, mostraron a Marcelina y Freddy dónde se infiltraba el agua, o al menos, dónde solía infiltrarse, antes de que casi toda la vegetación había sido eliminada por el pastoreo y por la tala de leña.

Identificaron una meseta por encima de la comunidad, con cinco depresiones alargadas y suavemente inclinadas. En uno de estos lugares, llamado San Francisco, cavaron zanjas poco profundas con pequeña maquinaria para frenar el agua. Los miembros de la comunidad también se reunieron para firmar un documento en el que prometían que en San Francisco no harían lo siguiente:

  1. Pastorear animales
  2. Cortar leña
  3. Quemar vegetación, o
  4. Habilitar terreno para cultivos

Según aprendí de Germán Vargas, hermano de Freddy y coordinador de Agroecología y Fe, esos cuatro compromisos son la clave para sembrar agua. Parece mucho pedir, pero ahora los bolivianos cocinan con gas natural, incluso en el campo, así que la leña es menos importante. Los niños van a la escuela y no tienen tiempo para pastorear ovejas y cabras. Muchas familias se han trasladado a la ciudad o van allí para trabajar. A veces vuelven a sus lugares de origen para sembrar, pero están menos interesados en preparar tierras remotas para crear nuevas chacras. Todo esto significa que hay menos presión sobre las tierras marginales, lo cual es una oportunidad de usarlas para generar agua.

Cuando los participantes del curso visitaron San Francisco, la mayoría de las zanjas de infiltración todavía tenían agua, a pesar de que hacía semanas que no llovía. Era difícil creer que sólo siete años antes, esta tierra había sido un suelo desnudo y duro. Ahora estaba cubierto de plantas nativas. Crecían pequeños árboles, no sólo las qhewiñas que la gente había plantado recientemente, sino otras especies que habían nacido por sí solas, como el khishwara, y las t’olas (arbustos nativos), pastos, y la paja brava, La reforestación ha funcionado tan bien que, en enero de 2024, la comunidad dedicó otro de sus pastizales de altura a la siembra de agua.

Debajo de San Francisco hay una inclinación rocosa y, en su base, una pequeña vertiente que se alimenta con el agua de la meseta. Cuando vimos la vertiente, manaba un chorro de agua cristalina. Freddy nos explicó que en 2017 esta vertiente daba 2,3 litros de agua por segundo. Cada año variaba, con las lluvias, pero la vertiente tendía a tener más agua cada año. En 2024 llevaba unos 5 litros por segundo, el doble de agua hace siete años.

El agua de esta vertiente pasa por Chacapaya, donde la comunidad ha construido reservorios y un sistema de distribución en tubería para agua potable, riego y para animales domésticos. Felizmente, el agua beneficia a dos comunidades. Más abajo de Chacapaya, el agua desemboca en el Río Pancuruma, que está seco la mayor parte del año. Sin embargo, hay agua justo debajo de la superficie, donde los vecinos de Chawarani, un vecindario de la pequeña ciudad de Sipe, había excavado un pozo poco profundo, una galería filtrante, en el lecho del río. Gracias en parte al agua que fluye desde San Francisco, el pozo está lleno de agua cristalina y limpia.

En 2023, los donantes ayudaron a costear un gran depósito de agua (unos 830.000 litros) en Chawarani, que ahora se llena con una bomba solar y sirve a la comunidad. La población local aportó la mano de obra y los materiales locales para el proyecto.

En estos tiempos en que todo parece estar mal, me alegró ver que el agua puede manejarse de forma creativa. Se trata de una primera experiencia, y sí, tiene financiamiento externo, pero es una prueba de concepto. Los pueblos de otras zonas semiáridas del mundo con pastizales degradados en altura tienen la oportunidad de usar los terrenos dañados para sembrar y cosechar agua. Esto es importante en un mundo más caliente y más seco.

Agradecimientos

Gracias al Ing. Germán Vargas, Ing. Marcelina Alarcón, y al Ing. Freddy Vargas, quienes trabajan en Agroecología y Fe, por ofrecer un excelente curso, y por el inspirador trabajo que realizan. Este trabajo es apoyado por Misereor, Trees for All, Fundación Wilde Ganzen, Helvetas, y Fundación Samay. Gracias también a Germán Vargas, Paul Van Mele y Clara Bentley por leer y comentar una versión anterior de este artículo.

Fotos

La primera foto es cortesía de Germán Vargas. Las demás son de Jeff Bentley.

Nombres científicos

Qhewiña es Polylepis spp. Khishwara es Buddleja spp. Paja brava es Stipa ichu.

Previamente en el blog de Agro-Insight

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More insects, fewer pests February 20th, 2022 by

Vea la versión en español a continuación

It’s one of the great secrets of ecology that few insect species are pests. Most insects help us, by pollinating our crops, making honey, or silk and by killing pest insects, either by hunting them or by parasitizing them. I was in Ecuador recently with Paul and Marcella from Agro-Insight, along with Ecuadorian colleagues Carmen Castillo, Mayra Coro and Diego Mina, to make a video on the insects that help us.

Our first stop was the home of Emma Román and her husband, Luis Plazarte, in Aláquez, a parish near the city of Latacunga, in the central Andes. On a small field behind their house, Emma explained that all flowering plants (trees, ornamentals or crops) attract insects, which feed on the pollen and nectar in the flowers. She has seen many beneficial insects: the bee fly, and the hairy fly, beetles (like the lady bird beetle), and true bugs. She adds “And there is a new one, the soldier fly.â€

I was puzzled about new insect. Perhaps an introduced one? Then I realized that since doña Emma has received training in insect ecology from Mayra and Diego, and has planted more flowering plants, she has begun to notice more kinds of insects, which are also becoming more abundant, because of the flowers she plants. For example, she planted a row of lantana flowers to mark the boundary of her field. On the ground nearby, she pointed out some tiny spiders which we had not even noticed. “You can see this one is carrying her eggs with her,†she said, pointing to a whitish spider the size of a grain of rice. The family’s small field of oats is surrounded by pullilli shrubs, and other plants like chilca and the Andean cherry, which are visited by pollinating insects and others attracted by the plants’ flowers.

As doña Emma’s farm becomes insect-friendly, she notices more helpful insects. The larva of the bee fly hunts and eats small, soft insects. The hairy fly lays its eggs in other insects. The hairy fly larva hatches inside the victim, eating it from the inside out. That’s why doña Emma has few pests, even as she has more insects.

For doña Emma the big advantage is that she can produce maize, blackberries, and several kinds of vegetables with no pesticides. She says this means that she has tastier food that is healthier for her and for her family. And the diverse flowers around her house give her a sense of tranquility and harmony.

As doña Emma put it, “We plant a variety of plants for all kinds of insects, so that all the birds come, and they help us to conserve this ecosystem … to teach our children that there are these good insects and birds.â€

Scientific names

Pullilli (familia Solanaceae)

Chilca is Baccharis latifolia

The Andean Cherry (Spanish: capulí) is Prunus serotina

The bee fly (Spanish: moscabeja) is Eristalis spp. (Syrphidae)

The hairy fly is the family Tachinidae.

The soldier fly (Spanish: mosca sapito) is Hedriodiscus spp.

Related video

The wasp that protects our crops

Acknowledgements

Thanks to Diego Mina and Mayra Coro for introducing us to doña Emma, and for identifying the plants and insects. Thanks also to Mayra and Diego for their valuable comments on a previous version of this blog. Diego and Mayra work for IRD (Institut de Recherche pour le Développement). Our work was funded by the McKnight Foundation’s Collaborative Crop Research Program (CCRP)

MÃS INSECTOS, MENOS PLAGAS

Por Jeff Bentley, 20 de febrero del 2022

Uno de los grandes secretos de la ecología es que pocas especies de insectos son plagas. La mayoría de los insectos nos ayudan polinizando nuestros cultivos, haciendo miel y matando a los insectos plaga, ya sea cazándolos o parasitándolos. Hace poco estuve en Ecuador con Paul y Marcella, de Agro-Insight, y los colegas ecuatorianos Carmen Castillo, Mayra Coro y Diego Mina, para hacer un video sobre los insectos que nos ayudan.

Primero, visitamos la casa de Emma Román y su marido, Luis Plazarte, en Aláquez, una parroquia cercana a la ciudad de Latacunga, en los Andes centrales. En un pequeño sembrío detrás de su casa, doña Emma nos explicó que todas las plantas con flores (árboles, plantas ornamentales o cultivos) atraen a los insectos, que se alimentan del polen y néctar. Ella ha visto muchos insectos que le ayudan: la moscabeja, la mosca peluda y escarabajos (como la mariquita) y algunos de los chinches. Y añade: “Y hay uno nuevo, la mosca sapito”.

Me quedé perplejo ante la idea de un nuevo insecto. ¿Quizás uno introducido? Entonces me di cuenta de que desde que doña Emma ha recibido capacitación en la ecología de los insectos de parte de Mayra y Diego, y ha plantado más plantas con flores, ella ha empezado a fijarse en más tipos de insectos. Por ejemplo, también plantó una hilera de flores de lantana para marcar el límite de su campo. En el suelo, debajo de los arbustos, señala unas arañas diminutas en las que no habíamos reparado. “Puedes ver que esta lleva sus huevos”, dice, señalando una araña blanquecina del tamaño de un grano de arroz. Su pequeño campo de avena está rodeado de arbustos de pullilli, chilca y capulí a donde llegan los insectos polinizadores, y además otros insectos son atraídos por las flores de estas plantas.

A medida que la granja de doña Emma se convierte en un lugar acogedor para los insectos, se da cuenta de que hay más insectos útiles. La larva de la mosca abeja caza y come insectos pequeños y blandos. Mientras que la mosca peluda pone sus huevos dentro de otros insectos, y las larvas de la mosca peluda nacen dentro de la víctima, comiéndola de adentro hacia afuera. Por eso doña Emma tiene pocas plagas, aunque tenga más insectos.

Para doña Emma, la gran ventaja es que puede producir maíz, moras y varios tipos de hortalizas sin plaguicidas. Dice que esto significa que tiene alimentos más sabrosos y saludables para ella y su familia. Y las diversas flores que rodean su casa le dan una sensación de tranquilidad y armonía.

Como dice doña Emma: “Sembramos variedades de plantas para que todo insecto, todo pájaro venga, y esté allí, nos ayudan a conservar este ecosistema, la naturaleza que es bien bonita para nosotros, para enseñar a nuestros hijos que tales insectos hay, tales pájaros existen.â€

Nombres científicos

Pullilli (familia Solanaceae)

Chilca es Baccharis latifolia

Capulí es Prunus serotina

La moscabeja es Eristalis spp. (Syrphidae)

La mosca peluda es familia Tachinidae.

La mosca sapito es Hedriodiscus spp.

Video relacionado

La avispa que protege nuestros cultivos

Agradecimientos

Gracias a Diego Mina y Mayra Coro por presentarnos a doña Emma, y por identificar las plantas e insectos. Gracias a Mayra y Diego por sus valiosos comentarios sobre una versión previa de este blog. Diego y Mayra trabajan para IRD (Institut de Recherche pour le Développement). Nuestro trabajo fue financiado por Programa Colaborativo de Investigación de Cultivos (CCRP) de la Fundación McKnight.

 

Leave the moss, save the forest November 14th, 2021 by

There’s no more dramatic way to release lots of carbon into the atmosphere than to let a forest burn down. I wrote a story in 2016 (Save the trees) explaining how citizens in Cochabamba, Bolivia, have taken ownership of a large forest planted over 30 years earlier as part of a Swiss project. Back then, the project was criticized for not having enough local “participation.â€

But the people came to love the forest and volunteers risk their lives to put out fires there. Recently, on 24 October, a 600-hectare fire torched the mountainside just above the city. My daughter, Vera, and I visited one of the local volunteer fire departments (SAR). We were both moved to see the young women and men in orange jump suits, lined up in formation, before getting into pickup trucks to ride to battle at the fire front.

On the north side of the city the fire was so close that ash fell like snowflakes, and the sky turned grey with smoke. Townspeople drove past the station, delivering drinking water, food, and first aid supplies to the citizen firefighters. Fortunately, it rained hard that night, and put out the fire.

But the left hand doesn’t always know what the right hand is up to. The same city that fights so hard to protect the forest is partly to blame for burning it. Every year, people from Cochabamba use moss from the mountains in Christmas decorations. Like people all over Bolivia, folks in Cochabamba make a nativity scene at home or at the office. Besides the Holy Family, shepherds and wisemen, other figurines are included, ranging from Barbie dolls, to plastic dinosaurs, to the Donkey from Shrek, all arranged on a green bed of moss. It’s a riot of fun.

Poor people can make some extra money in December, harvesting moss in the forest, to sell it in the markets or on the street. But it’s not just poor people. One year I took a group of agronomists to see a high, native forest in Santa Cruz, and was dismayed when several came back to the bus with large slabs of moss to take home.

Last year, Ana Gonzáles wrote an article explaining how moss is a primitive plant, without roots, that absorbs up to 20 times its weight in water. Moss acts as a wet blanket in the forest, covering the trees and sheltering them from fire. She urged people not to buy moss at Christmas time. The idea is starting to get across, but some people still like to include moss in the nativity scenes.

In colonial times the idea of the mossy nativity scene was imported from Spain, and in parts of Europe, plants are still taken from the forest at Christmas time. A hundred years ago, moss Christmas decorations may have been sustainable. But now there are a lot more people, more roads, and more pressure on the forest. It’s time to invent new traditions that don’t celebrate Christmas by stripping the forest.

A forest is so much more than trees. The moss and other small plants living on the ground and in the branches of the trees are also part of the forest. Removing some of them can leave a forest dry and vulnerable to burning, which is the last thing our warming planet needs.

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DEJAR EL MUSGO, PARA DAR VIDA AL BOSQUE

Por Jeff Bentley, 14 de noviembre de 2021

No hay forma más dramática de liberar mucho carbono a la atmósfera que dejar que un bosque se queme. Escribí un artículo en 2016 (Save the trees) en el que explicaba cómo los ciudadanos de Cochabamba, Bolivia, se han adueñado de un gran bosque plantado más de 30 años antes como parte de un proyecto suizo. En aquel entonces, el proyecto fue criticado por no tener suficiente “participación” local.

Pero la gente llegó a amar el bosque y los voluntarios arriesgan sus vidas para apagar los incendios allí. Recientemente, el 24 de octubre, un incendio de 600 hectáreas calcinó la falda del cerro justo por encima de la ciudad. Mi hija, Vera, y yo visitamos uno de los cuerpos de bomberos voluntarios locales (SAR). Nos conmovió ver a las mujeres y hombres jóvenes con trajes de salto color naranja, alineados en formación, antes de subir a las camionetas para ir a luchar al frente del incendio.

En el lado norte de la ciudad el fuego estaba tan cerca que la ceniza caía como copos de nieve, y el cielo se volvía gris por el humo. La gente del pueblo pasó por delante de la estación, entregando botellas de agua, comida y artículos de primeros auxilios a los bomberos ciudadanos. Afortunadamente, esa noche una gran lluvia apagó el fuego.

Pero la mano izquierda no siempre sabe lo que hace la derecha. La misma ciudad que lucha con tanto esmero por proteger el bosque tiene parte de culpa en su quema. Todos los años, los cochabambinos usan el musgo de las montañas en los adornos navideños. Como en toda Bolivia, los cochabambinos hacen un nacimiento en casa o en la oficina. Además de la Sagrada Familia, los pastores y los reyes magos, se incluyen otras figuras, desde muñecas Barbie, pasando por dinosaurios de plástico, hasta el burro de Shrek, todo puesto sobre un lecho verde de musgo. Es súper divertido.

Los pobres pueden ganar dinero extra en diciembre, cosechando musgo en el bosque, para venderlo en los mercados o en la calle. Pero no se trata sólo de gente pobre. Un año llevé a un grupo de agrónomos a ver un bosque alto y nativo en Santa Cruz, y me quedé consternado cuando varios volvieron al autobús con grandes bultos de musgo para llevarse a casa.

El año pasado, Ana Gonzáles escribió un artículo explicando que el musgo es una planta primitiva, sin raíces, que absorbe hasta 20 veces su peso en agua. El musgo actúa como una manta húmeda en el bosque, cubriendo los árboles y protegiéndolos del fuego. Ella ha instado a la gente a no comprar musgo en Navidad. La idea empieza a ser aceptada, pero a algunas personas les sigue gustando incluir el musgo en los nacimientos.

En la época colonial, la idea del nacimiento de musgo se importó de España, y en algunas partes de Europa se siguen sacando plantas del bosque en Navidad. Tal vez hace cien años, los adornos navideños de musgo eran sostenibles. Pero ahora hay mucha más gente, más caminos que penetran al bosque y más presión sobre ello. Es hora de inventar nuevas tradiciones que no celebren la Navidad despojando al bosque.

Un bosque es mucho más que árboles. El musgo y otras pequeñas plantas que viven en el suelo y en las ramas de los árboles también forman parte del bosque. Eliminar algunas de ellas puede dejar un bosque seco y vulnerable a los incendios, que es lo último que necesita nuestro planeta, que se está calentando.

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