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On a rocky hillside an hour from the city of Cochabamba, agronomist Germán Vargas points out a molle tree. It’s growing from a crack in a sandstone boulder with little or no soil. Native trees are well adapted to such conditions and don’t need much to survive, Germán observes.
Molle can be cut for good firewood, but it also casts an inviting shade, with a thick carpet of fallen leaves. Trees grown on farms also have multiple uses. Some have deep roots that bring up nutrients from beneath the top soil. Even in places like Cochabamba, with a long dry season, many trees stay green all year round. The trees have found water to keep their leaves moist, despite the bone-dry subsoil. Germán explains that farming with trees, or agroforestry, mimics natural forests, where rich soils are created without irrigation or fertilizer.
Four years ago, Germán and two colleagues bought some land to put their ideas on agroforestry into practice. They now have 1500 apple trees in a 4-hectare orchard, on a former onion farm, where the intensive use of chemical fertilizers and pesticides had depleted the soil of nutrients.
Germán and his friends bought some apple seedlings from a local nursery. They chose improved Brazilian apple varieties, such as Eva and Princesa, which do well in the highland tropics of South America, where it can get cool, but does not freeze.
Germán and his colleagues plant a few more trees every year. They start each new planting by digging a trench every two to three meters (depending on the slope), to let water infiltrate the soil. They throw the soil just uphill of the trench to create a barrier, slowing down the runoff of water and trapping sediment.
Germán is careful not to scrape the soil surface with hand tools; the top soil is so thin that rough handling could remove it all. They add a little compost to the soil, mimicking a natural forest, where fallen leaves and trees rot and release nutrients back into the soil. However, forests also have an understory, so potatoes, maize, lettuce, amaranth, rye and other plants are sown between the trees. After planting the vegetables, a straw mulch keeps down the weeds.
Other trees are planted among the apples, including natives like molle and exotic species, which are monitored to see if they can make a positive contribution. Germán brought seed of the chachafruto tree from Colombia, for example. The plant is adapting well. When the only date palm in Cochabamba, another non-native species, dropped a cluster of dates in a city park, Germán salvaged the seed and planted some on the farm. The non-fruit trees make useful leaf litter, adding nutrients and helping to keep the soil moist.
The apples were remarkably free of mildew, mites, fruit flies and other common pests, but even if they were to appear, Germán avoids using pesticides. The team managing the orchard makes a spray with cow manure, raw sugar, bone meal, sulfur, ash and lime. Reasoning that all stone has mineral nutrients, they add a little “rock flour,” made by grinding a soft, local, sedimentary stone (shale). A culture of beneficial microorganisms is added to ferment the mix in sealed drums. The agroforesters culture the microorganisms themselves, but they get the starting culture in the local forest, bringing in a few handfuls of fallen leaves that have started to decompose. The sulfur and the lime come from the farm supply store. This sulfur blend is sprayed about 5 times a year on the trees, and it seems to be working, since the apples have almost no pests, except for birds, and the annual plants are thriving.
This innovative agroforestry system needs regular attention and it is obviously a lot of work, especially at first, because it is established by hand, without machinery. Some of the radishes have gone to seed, and in a few beds the weeds are lush and healthy, waiting to be cut down for the next vegetable crop.
Farmers can learn from forests to make better use of water, conserve the soil and manage pest and disease naturally, thanks to the diversity of plants. Farming with trees can yield a good harvest of fruits and vegetables, while building and sustaining soils.
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Scientific names
The molle tree is Schinus molle
The chachafruto tree (widespread in South America) is Erythrina edulis
Note
Sulfur deficiency is a problem in apples. The symptoms are similar to nitrogen deficiency, including pale leaves. Sulfur deficiency can be corrected by sprays (Westwood 1993: 200-201).
Westwood, Melvin Neil 1993 Temperate-Zone Pomology: Physiology and Culture. Third edition. Portland, Oregon: Timber Press.
Acknowledgements
Thanks to Germán Vargas, Marcelina Alarcón and Freddy Vargas, the agroforesters. Germán is the executive administrator of the NGO Agroecología y Fe.
LA AGRICULTURA CON ÁRBOLES
En una ladera rocosa a una hora de la ciudad de Cochabamba, el ingeniero agrónomo Germán Vargas señala un molle. Crece en una grieta de una roca arenisca, con poca o ninguna tierra. Los árboles nativos están bien adaptados a estas condiciones y no necesitan mucho para sobrevivir, observa Germán.
El molle hace buena leña, pero también da una rica sombra, con una gruesa alfombra de hojas caídas. Los árboles en el agro también tienen múltiples usos. Algunos tienen raíces profundas que traen los nutrientes de debajo del suelo. Incluso en lugares como Cochabamba, con una larga época seca, muchos árboles se mantienen verdes durante todo el año. Los árboles han encontrado agua para mantener sus hojas húmedas, a pesar del subsuelo seco. Germán explica que la agricultura con árboles, o la agroforestería, imita a los bosques naturales, donde se crean suelos ricos sin irrigación ni fertilizantes.
Hace cuatro años, Germán y dos colegas compraron un terreno para poner en práctica sus ideas sobre agroforestería. Ahora tienen 1500 manzanos en un huerto de 4 hectáreas, en una antigua granja de cebollas, donde el uso intensivo de fertilizantes químicos y pesticidas había agotado los nutrientes del suelo.
Germán y sus compañeros compraron algunos plantines de manzana en un vivero local. Escogieron variedades mejoradas de manzanos brasileños, como Eva y Princesa, que se desarrollan bien en los trópicos de las alturas de América del Sur, donde puede hacer frío, pero no se congela.
Germán y sus colegas plantan unos pocos árboles más cada año. Comienzan cada nueva plantación cavando una zanja cada dos o tres metros (dependiendo de la pendiente), para dejar que el agua se infiltre en el suelo. Lanzan la tierra justo cuesta arriba de la zanja para crear una barrera, frenando el escurrimiento de agua y atrapando el sedimento.
Germán tiene cuidado de no raspar la superficie del suelo con herramientas; el suelo negro de la superficie es tan delgado que sin tener cuidado sería posible quitarlo todo. Añaden un poco de abono al suelo, imitando un bosque natural, donde las hojas y los árboles caídos se pudren y liberan nutrientes de nuevo al suelo. Sin embargo, los bosques también tienen un sotobosque, por lo que las papas, el maíz, la lechuga, el amaranto, el centeno y otras plantas se siembran entre los árboles. Después de plantar las verduras, un mantillo de paja mantiene las malas hierbas.
Entre las manzanas se plantan otros árboles, incluyendo especies nativas como el molle y especies exóticas, que son monitoreadas para ver si pueden hacer una contribución positiva. Germán trajo semillas del árbol de chachafruto de Colombia, por ejemplo. La planta se está adaptando bien. Cuando la única palmera datilera de Cochabamba, otra especie no nativa, dejó caer un racimo de dátiles en un parque de la ciudad, Germán recuperó algunas semillas y las plantó en la finca. Los árboles no frutales botan hojas, añadiendo nutrientes y ayudando a mantener el suelo húmedo.
Las manzanas estaban notablemente libres de mildiu, ácaros, moscas de la fruta y otras plagas comunes, pero incluso si aparecieran, Germán evita el uso de pesticidas. El equipo que maneja el huerto fumiga con un biol hecho de estiércol de vaca, chancaca, huesos molidos, azufre, cenizas y cal. Razonando que toda piedra tiene nutrientes minerales, le agregan un poco de “harina de roca”, hecha al moler una piedra sedimentaria suave, local (lutita). Para fermentar la mezcla, agregan un cultivo de microorganismos buenos a los tambores sellados. Los agroforestales cultivan sus propios microorganismos, pero obtienen la cultura inicial en el bosque local, trayendo unos pocos puñados de hojas caídas que han comenzado a descomponerse. Compran el azufre y la cal en la tienda agropecuaria. Fumigan el biol con azufre unas 5 veces al año en los árboles, y parece que funciona, ya que las manzanas casi no tienen plagas, excepto los pájaros, y las plantas anuales están prosperando.
Este innovador sistema agroforestal necesita atención regular y obviamente es mucho trabajo, especialmente al principio, porque se establece a mano, sin maquinaria. Algunos de los rábanos han empezado a echar semilla, y en algunas camas las hierbas silvestres son exuberantes y saludables, esperando ser cortadas para el siguiente cultivo de hortalizas.
Los agricultores pueden aprender de los bosques a hacer un mejor uso del agua, conservar el suelo y manejar las plagas y enfermedades de forma natural, gracias a la diversidad de plantas. La agricultura con árboles puede producir una buena cosecha de frutas y verduras, a la vez que construye y mantiene los suelos.
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Nombres científicos
El molle es Schinus molle
El chachafruto (árbol bien distribuido en Sudamérica) es Erythrina edulis
Nota
La deficiencia de azufre es un problema común en los manzanos. Los síntomas son parecidos a los de la deficiencia de nitrógeno, incluso las hojas pálidas. La deficiencia de azufre puede ser corregida con fumigaciones (Westwood 1993: 200-201).
Westwood, Melvin Neil 1993 Temperate-Zone Pomology: Physiology and Culture. Third edition. Portland, Oregon: Timber Press.
Agradecimientos
Gracias a Germán Vargas, Marcelina Alarcón y Freddy Vargas, por su ejemplo con la agroforestería. Germán es el administrador ejecutivo de la ONG Agroecología y Fe.