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Last week I wrote about women farmers who felt a need to take a more active role in decision-making.
During the script-writing workshop, besides validating fact sheets, the writers went back to the field to share their ideas for scripts with the communities. Because once is not enough: you have to talk to several people to get a more complete vision of your topic.
In Carrillo, Cotopaxi, Ecuador, some of our script writers had interacted with the community for years. This village had a lot of experience with organization. The writers in our workshop managed to bring together a large group of women who had held leadership roles for years.
It was raining and even though we were almost on the equator, in the high Andes it soon became chilly. I was in Carrillo with Diego Montalvo, agronomist, and Guadalupe Padilla, environmental engineer, who works in the community. As we clustered on the porch of the community center, a local woman, doña Verónica, told her story. She left Carrillo to study agronomy. After graduation she lived in the city for two years, but she came home when her dad became ill. Because of her education, she was assigned a leading role in a local organization, one she has kept for years. Not that it’s always easy; the men in the group tend to listen more to male leaders, and at times they make noise to disrupt the meeting when women leaders are speaking.
At the end of a frank and useful meeting, the women farmers spontaneously began discussing another topic among themselves, something more interesting: animal health.
The whole group wanted to learn how to vaccinate, give medicines and even do minor surgery on dairy cattle. Verónica explained that she had learned almost all there was to know about cattle at university, even artificial insemination, and she would like to help this group receive training on livestock.
The women’s group had demanded that Guadalupe prepare more information for them on how to make their own cattle feed.
It caught my attention that these outspoken, well-organized women wanted to talk so much about cows.
Later I realized why, when I spoke with some of our other writers in the workshop. Israel, Nancy, Mishel and Mayfe had met with a group of women to talk about how to manage seed potatoes.
Israel was kind of surprised when he came out of the meeting. These farmers, whose ancestors had grown potatoes for centuries, wanted to abandon the crop, to raise cattle.
The potatoes were being destroyed by a mysterious new disease called purple top, still poorly understood by scientists. The disease ruins the potatoes. The farmers have fought back against purple top by spraying insecticides every week to kill the psyllid, a small insect which may vector the disease. But even by spending a thousand dollars a year, per farm, the disease was out of control.
On the other hand, the rolling fields of Carrillo are perfect for alfalfa and other fodder crops. And cities like Quito, growing explosively, buy all the milk that Ecuador’s farmers can provide. The weekly payment from the dairy would allow the women farmers to buy food for their families.
This is why the women leaders are so interested in cattle.
Smallholders, ever adaptable, are willing to change from one farming system to another, completely different one. From potatoes to cows, to adapt to changes in the natural environment. Women farmers often value training on leadership, but farming constantly requires new technical information, which smallholders want to receive.
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Acknowledgements
Thanks to Guadalupe Padilla, Diego Montalvo, Israel Navarrete and Paul Van Mele for their comments on an earlier version of this story. Our work was supported by the Collaborative Crop Research Program (CCRP) of the McKnight Foundation.
DE PAPAS A VACAS
Por Jeff Bentley, 26 de diciembre del 2021
La semana pasada escribà que las agriculturas sienten la necesidad de jugar un rol más grande en la toma de decisiones.
Dos dÃas después de leer las hojas volantes en una comunidad, los escritores volvieron al campo y compartieron sus ideas para los guiones con las comunidades. Porque una sola vez no es suficiente: hay que hablar con varias personas para tener una visión más completa de cualquier tema.
En Carrillo, Cotopaxi, Ecuador, algunos de nuestros escritores de guiones habÃan interactuado con la comunidad durante años. Esta comunidad tenÃa mucha experiencia con la organización. En Carrillo, nuestros escritores lograron reunir un grupo grande de mujeres quienes hace años habÃan ejercido roles de liderazgo.
LlovÃa, y a pesar de que estábamos casi en la lÃnea ecuatorial, hace frÃo en los altos Andes. Estuve con Diego Montalvo, ingeniero agrónomo, y Guadalupe Padilla, ingeniera ambiental, quien trabaja en Carillo. Nos reunimos en el corredor de una sede comunitaria, mientras una comunera, doña Verónica, nos contó su historia. Ella dejó Carrillo para estudiar agronomÃa. De ingeniera vivÃa en la ciudad por dos años, pero volvió a su comunidad cuando su papá se enfermó. Debido a su escolaridad, ella fue asignada un rol de lideresa en una organización local, y lo ha ejercido durante años. No siempre le toca muy fácil; los hombres en el grupo suelen escuchar a los lÃderes varones, y a veces hacen bulla, para molestar cuando las lideresas hablan.
Al final de nuestra conversación franca y útil con las agricultoras, ellas mismas espontáneamente pasaron a otro tema, aún más interesante: la salud animal.
El grupo entero querÃa aprender sobre vacunar, dar medicamentos y hasta hacer cirugÃa menor en el ganado lechero. Verónica explicó que ella aprendió casi todo sobre el ganado en la universidad, hasta la inseminación artifició, y que le gustarÃa ayudar al grupo a recibir capacitación pecuaria.
El grupo de mujeres ha demandado que Guadalupe las prepare más información sobre cómo hacer su propio concentrado para el ganado.
Me llamó la atención que estas mujeres expresivas, y bien organizadas quieren hablar tanto sobre las vacas.
Luego me di cuenta porque, al hablar con otros escritores en el taller, Israel, Nancy, Mishel y Mayfe se reunieron con un grupo de mujeres para hablar sobre el buen manejo de la semilla de papa.
Israel estaba un poco sorprendido cuando salió de la reunión. Estas agricultoras que han cultivado la papa durante siglos querÃan abandonar el cultivo, para criar ganado.
Las papas se están destruyendo por una misteriosa nueva enfermedad llamada punta morada, todavÃa poco comprendida por los cientÃficos. La enfermedad arruina la papa. Los agricultores luchan contra la punta morada fumigando insecticida cada semana para matar al psÃlido, un pequeño insecto que posiblemente es el vector de la enfermedad. Pero aun gastando más de mil dólares al año, por finca, la enfermedad estaba afuera de control.
Por otro lado, los ondulados campos de Carrillo son perfectos para alfalfa y otros forrajes. Y las ciudades como Quito, en crecimiento explosivo, compran toda la leche que se puede producir. El pago semanal de la lecherÃa permite a las agricultoras comprar comida para sus familias.
Es por eso que las lideresas locales están tan interesadas en el ganado.
Los campesinos, siempre adaptándose, están dispuestos a cambiar de un sistema de producción a otro completamente diferente. De papas a vacas, para adaptarse a los cambios en su ambiente natural. Las agricultoras sà aprecian la capacitación sobre el liderazgo, pero la agricultura constantemente requiere de nueva información técnica, la cual ellas también demandan.
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Agradecimientos
Gracias a Guadalupe Padilla, Diego Montalvo, Israel Navarrete y Paul Van Mele por sus comentarios sobre una versión anterior de este relato. Nuestro trabajo ha sido auspiciado por el Programa Colaborativo de Investigación sobre Cultivos (CCRP) de la Fundación McKnight.