Vea la versión en español a continuación
When the Spanish conquered Peru, they found native people working the soil with a tool built around a long pole, called the chaquitaclla. Usually rendered into English as the “Andean foot plow,†the chaquitaclla doesn’t quite plow a furrow, but in the hands (and feet) of a skilled operator it does neatly loosen one large block of sod at a time, which is then turned over by a helper.
We met one such person recently in the mountains of Huánuco, in the community of Tres de Mayo, Huayllacayán. Francisco Poma, a local farmer, took time off one day to demonstrate the foot plow for a group of school children.
The potato harvest was just ending, but one farmer, Eustaquio Hilario Ponciano and his family had graciously waited to harvest one small field of native potatoes, so that Paul, Marcella and I could film it.
Although it was not planting season, don Francisco and don Eustaquio next demonstrated how to plant with a chaquitaclla using a minimum tillage system called “chiwi†in which potatoes are planted without completely disturbing the soil. Don Francisco put the blade of the tool on the soil, stepped on the jaruna (foot pedal) while holding onto the uysha (the handle), and the metal blade sunk into the earth. Don Francisco turned over the chunk of soil, while don Eustaquio nestled a seed potato into the hole and then covered it up with the sod, grassy side down, patting it into place with the palms of his hands.
Modern Peru has tractors and the whole array of contemporary farm implements, but the ancient foot plow survives because it fits a purpose. It can work steep slopes, small fields, and it can reach right up to the edge of the field, taking advantage of precious land that a tractor misses.
Like any other technology, the chaquitaclla survives because it fills a function, and no better tool has yet been invented to replace it. It gently works steep, fragile soils, while keeping large chunks of earth intact.
Like other technologies, even old ones, the chaquitaclla also continues to evolve. The blade of pre-Hispanic ones were made of stone. Don Francisco explains that this one is made by a local blacksmith from a steel strip recycled from a truck’s shock absorber. The main pole of the chaquitaclla is now often made of eucalyptus, a strong, straight and light wood that was unknown to pre-Columbian Peruvians. The hand and foot holds were once tied to the main pole with llama rawhide. Sometimes they still are, but don Francisco shows me several chaquitacllas, including one tied together with nylon twine. He explained “when we leave the chaquitaclla in the field, sometimes the dogs eat the rawhide. They don’t eat this one made from synthetic twine.â€
Ancient tools are kept not out of nostalgia, but because they fill a niche, and because local people adapt them, incorporating new materials into old devices.
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Acknowledgements
The visit to Peru to film various farmer-to-farmer training videos with farmers like don Feliciano was made possible with the kind support of the Collaborative Crop Research Program (CCRP) of the McKnight Foundation. Thanks to Dante Flores of the Instituto de Desarrollo y Medio Ambiente (IDMA) and to Aldo Cruz of the Centro de Investigaciones de Zonas Ãridas (CIZA) for introducing us to the community and for sharing their knowledge with us. Dante Flores and Paul Van Mele read a previous version of this blog and made valuable comments.
LA CHAQUITACLLA
Jeff Bentley, 26 de junio del 2022
Cuando los españoles conquistaron al Perú, encontraron a la gente trabajando la tierra con una herramienta de madera larga llamada “chaquitacllaâ€, que suele traducirse al español como “arado de pie,” no llega a arar un surco, pero en manos (y pies) de un operador habiloso, afloja limpiamente un gran bloque de tierra  que luego es volteado a mano por un ayudante
Hace poco conocimos a un experto en la chaquitaclla en la sierra de Huánuco, en la comunidad de Tres de Mayo, Huayllacayán. Francisco Poma, un agricultor del lugar, se tomó un dÃa para demostrar el arado de pie a un grupo de estudiantes de primaria.
La cosecha de papas se estaba acabando, pero un agricultor, Eustaquio Hilario Ponciano, y su familia amablemente habÃan esperado a cosechar una pequeña chacra de papas nativas para que Paul, Marcella y yo pudiéramos filmarles.
Aunque no era época de siembra, don Francisco y don Eustaquio demostraron a continuación cómo se siembra con una chaquitaclla en el sistema de siembra llamada “chiwi†una especie de labranza mÃnima que no remueve todo el terreno). Don Francisco puso la hoja de la herramienta sobre la tierra, pisó la jaruna (pedal) mientras se sujetaba a la uysha (la agarradera), y la punta metálica se hundió en la tierra. Don Francisco volcó el terrón, mientras que don Eustaquio metió una papa semilla en el hoyo y luego la cubrió con el pedazo de tierra, dándole golpecitos con las palmas de las manos.
El Perú moderno tiene tractores y todos los implementos agrÃcolas contemporáneos, pero el antiguo arado de pie sobrevive porque tiene un propósito. Puede trabajar en laderas empinadas, en campos pequeños y puede preparar hasta el borde de la chacra, aprovechando el espacio mejor que un tractor.
Como cualquier otra tecnologÃa, la chaquitaclla sobrevive porque cumple una función, y todavÃa no se ha inventado ninguna herramienta mejor para sustituirla. Trabaja suavemente los suelos inclinados y frágiles, manteniendo intactos grandes trozos de tierra.
Como otras tecnologÃas, incluso las más antiguas, la chaquitaclla también sigue evolucionando. En tiempos prehispánicos, la punta era de piedra. Don Francisco explica que la suya la ha fabricado un herrero local con acero reciclado de un muelle de camión. Hoy en dÃa el palo principal de la chaquitaclla se hace de eucalipto, una madera fuerte, recta y ligera que era desconocida para los peruanos precolombinos. La jaruna y la uysha se ataban al palo con cuero crudo de llama. A veces todavÃa lo están, pero don Francisco me muestra varias chaquitacllas, incluida una atada con hilo de nylon. Me explica que “cuando dejamos la chaquitaclla en el campo, a veces los perros se comen el cuero. No se comen esta, hecha con cuerda sintética”.
Las herramientas antiguas se conservan no por nostalgia, sino porque funcionan, y porque la gente local las adapta, incorporando nuevos materiales a los dispositivos antiguos.
Previamente en el blog de Agro-Insight
Agradecimiento
Nuestra visita al Perú para filmar varios videos agricultor-a-agricultor con agricultores como don Feliciano fue posible gracias al generoso apoyo del Programa Colaborativo de Investigación de Cultivos (CCRP) de la Fundación McKnight. Gracias a Dante Flores del Instituto de Desarrollo y Medio Ambiente (IDMA) y a Aldo Cruz del Centro de Investigaciones de Zonas Ãridas (CIZA) por presentarnos a la comunidad y por compartir su conocimiento con nosotros. Dante Flores y Paul Van Mele leyeron una versión previa de este relato, e hizo comentarios valiosos.