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In Ecuador recently, I saw some of the best extension work I have ever seen. Fernando Jácome, an agronomist with SWISSAID took us to meet farmers, almost all women, who have been working with him and his colleagues for over ten years. 85 smallholders from different communities of Pelileo, in Tungurahua, in the Andes, are organized into seven small associations. They have learned to produce an impressive assortment of fruits and vegetables, from tomatoes to strawberries, cabbage, lettuce, avocadoes, lemons, blackberries and many more, as well as rabbits and guinea pigs. It’s all grown ecologically.
With Paul and Marcella, filming a video on agroecological fairs, we accompanied Ing. Alex Recalde, an agronomist working for the Pelileo municipality, as he inspected farms to make sure that they were really producing ecologically. Alex’s visits are largely about teaching and encouraging, with little policing, since the women all seem convinced about agroecology.
First, Alex registers what the farmers are growing. That way he knows what each one will harvest, to later verify in the fair that they are only selling their own produce, and in plausible amounts.
During the farm visits, often accompanied by leaders of the Agroecological Associations of Pelileo, Alex looks for signs of chemicals, such as discoloration on the leaves, or residues of synthetic fertilizer on the soil, or discarded chemical containers. He also looks at the insects on the farm. A diverse insect community with many beneficials and few pests is a sign that toxic chemicals have not been used.
If the farmer has any pests and diseases, Alex advises her on what to do. We were with him while he explained to farmer Korina Quille that the unsightly scabs on her avocados were not actually a disease at all, but they were simply scars formed because the wind had rubbed the tender fruits against a branch. Realizing that cosmetic damage is not caused by a pathogen can also reassure farmers that agroecology is working for them. It also helps them explain to customers that there is nothing wrong with their avocados.
Later that afternoon, we attended a meeting of the agroecological association. The organized women began by taking attendance (roll call). They had brought samples of their produce, for an exercise on displaying it attractively and in standard sized pots and baskets, so they could all sell the same measure at the same price, one that would be fair for farmers and consumers.
SWISSAID’s Mario Porres led a lively discussion, asking the audience: “How can you have a standard measure, if the customers all insist on the yapa (a little bit extra)?” He held up a basket of berries and said “measure it, take a few out, and when the customer asks for the yapa, put them back in.” The audience laughed in appreciation.
The meeting ended with a drama coach, Verónica López, who used theatrical exercises to build the women’s self-confidence. Poor, peasant and indigenous women can be afraid to be assertive, but Verónica was teaching them to be bold and to have fun at the same time. The women knew Verónica, and as soon as she took the floor, everyone stood up. “Walk angry!” Verónica shouted, “your husband has been telling you what to do!” The women stomped around the courtyard, arms swinging, recalling their anger, over-acting and loving every minute of it.
“Now, imagine that you bring that anger to the market, and you are angry with the customers. Will they want to buy from you?” Verónica asked.
In another exercise, on love, the women hugged each other, and they learned to walk happy, not angry. The drama coach also had the women shout, part of an exercise where they learned to speak loudly, but kindly, looking customers in the eye, to win them over.
This training, encouragement and organization has opened a space where indigenous women can sell their beautiful produce in the local, open-air markets, in small cities like Pelileo, and in big ones like Ambato.
Later, we found out how well the training had paid off. One morning before dawn, I was with Paul and Marcella in the wholesale market in Ambato. This is the biggest market in Ecuador, a sprawling complex of pavilions with roofs, but no walls, where trucks loaded and unloaded produce. Fernando Jácome, the extensionist had brought us here, to the heart of the country’s commercial food system, but he left us for a while with Anita Quille, one of the women leaders of the association. When a local official approached us to ask why we were there with a big camera, doña Anita stepped forward, and looked him in the eye. She spoke gently but firmly, in a self-confident tone of voice, explaining who we were, and that we were there making a video on local farmers, and markets.
All of the organization, training and acting classes on assertiveness had paid off.
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When local authorities support agroecology
Watch the video
Creating agroecological markets
Acknowledgement
Thanks to Fernando Jácome and Paul Van Mele for their helpful comments on a previous version of this blog.
MÍRENME A LOS OJOS
Jeff Bentley, 25 de septiembre del 2022
Hace poco, en Ecuador, vi uno de los mejores trabajos de extensión que he visto jamás. Fernando Jácome, agrónomo de SWISSAID, nos llevó a conocer a los agricultores, casi todas mujeres, que trabajan con él y sus colegas desde hace más de diez años. 85 pequeñas propietarias de diferentes comunidades de Pelileo, en Tungurahua, en los Andes, están organizados en siete pequeñas asociaciones. Han aprendido a producir un impresionante surtido de frutas y verduras, desde tomates a fresas, repollo, lechugas, aguacates, limones, moras y muchas más, así como conejos y cuyes. Todo se cultiva de forma ecológica.
Con Paul y Marcella, filmando un video sobre ferias agroecológicas, acompañamos al Ing. Alex Recalde, un agrónomo que trabaja para el municipio de Pelileo, mientras inspeccionaba las granjas para asegurarse de que realmente producían de forma ecológica. Las visitas de Alex consisten en gran medida en enseñar y animar, no como policía sino como profesor, ya que todas las mujeres parecen convencidas de la agroecología.
En primer lugar, Alex registra los cultivos que las agriculturas tienen en sus granjas. Así sabe lo que cada una va a cosechar, para luego verificar en la feria que solo se venda productos cultivados por ellas, y en cantidades creíbles.
En sus visitas, Alex a menudo es acompañado por dirigentas de las Asociaciones Agroecológicas de Pelileo. Buscan signos de productos químicos, como decoloración en las hojas, o residuos de fertilizantes sintéticos en el suelo, o envases de químicos desechados. También se fija en los insectos en la parcela. Una diversa comunidad de insectos, muchos benéficos y pocas plagas, es señal de que no se han usado químicos tóxicos.
Si la productora tiene alguna plaga o enfermedad, Alex le aconseja qué hacer. Estuvimos con él mientras explicaba a Korina Quille que las desagradables costras de sus aguacates no eran en realidad una enfermedad, sino que eran simplemente cicatrices formadas porque el viento había rozado los tiernos frutos contra una rama. Darse cuenta de que los daños estéticos no están causados por un patógeno también puede tranquilizar a las agricultoras, y confirmar que las prácticas agroecológicas les están funcionando. También les ayuda a explicar a los clientes que no hay nada malo en sus aguacates.
Esa misma tarde, asistimos a una reunión de la asociación agroecológica local. Las mujeres organizadas empezaron pasando lista. Habían traído muestras de sus productos, para hacer un ejercicio de exposición atractiva, en macetas y cestas de tamaño estándar, de manera que todas pudieran vender la misma medida al mismo precio, uno que fuera justo para productoras y consumidores.
Mario Porres, de SWISSAID, dirigió un animado debate, preguntando a las asistentes: “¿Cómo se puede tener una medida estándar, si todos los clientes insisten en la yapa (un poco más)?”. Levantó una cesta de bayas y dijo: “mídela, quita algunas y cuando el cliente pida la yapa, vuelve a ponerlas”. El público se rio en señal de empatía.
La reunión terminó con una lección de una maestra de teatro, Verónica López, que usó varios ejercicios para aumentar la confianza de las mujeres en sí mismas. Las mujeres pobres, campesinas e indígenas pueden tener miedo de ser asertivas, pero Verónica les enseñaba a ser audaces y a divertirse al mismo tiempo. Las señoras conocían a Verónica y, en cuanto tomaba la palabra, todas se pusieron de pie. “¡Caminen enfadadas!” gritó Verónica, “¡tu marido te ha dicho lo que tienes que hacer!”. Las mujeres caminaban por el patio, moviendo los brazos, recordando su enojo, sobreactuando y disfrutando de cada minuto.
“Ahora, imagina que llevas ese enfado al mercado y te enfadas con los clientes. ¿Querrán comprarte?” preguntó Verónica.
En otro ejercicio, sobre el amor, las mujeres se abrazaron y aprendieron a caminar felices, no enfadadas. La teatrera también hizo que las mujeres gritaran, parte de un ejercicio en el que aprendieron a hablar en voz alta, pero con amabilidad, mirando a los clientes a los ojos, para ganárselos.
Esta formación, el estímulo y la organización, han abierto un espacio en el que las mujeres campesinas pueden vender sus hermosos productos en los mercados locales al aire libre, en ciudades pequeñas como Pelileo, y en las grandes como Ambato.
Más tarde, nos dimos cuenta de lo bien que había dado resultado la formación. Una mañana, antes del amanecer, estaba con Paul y Marcella en el mercado mayorista de Ambato. Es el mercado más grande de Ecuador, un complejo de pabellones con techo, pero sin paredes, donde los camiones cargan y descargan productos. Fernando Jácome, el extensionista, nos había traído hasta aquí, al corazón del sistema comercial de alimentos del país, pero nos dejó un rato con Anita Quille, una de las mujeres líderes de la asociación. Cuando un funcionario local se acercó a preguntarnos por qué estábamos allí con una cámara grande, doña Anita se adelantó y le miró a los ojos. Habló con suavidad, pero con firmeza, con un tono de voz seguro de sí misma, explicando quiénes éramos, y que estábamos allí haciendo un video sobre los agricultores locales, y los mercados.
Toda la organización, el entrenamiento y las clases de actuación sobre asertividad habían dado sus frutos.
Previamente en el blog de Agro-Insight
When local authorities support agroecology
Vea el video
Agradecimientos
Gracias a Fernando Jácome y Paul Van Mele por sus valiosos comentarios sobre una versión previa de este blog.