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Farmers like insecticides because they are quick, easy to use, and fairly cheap, especially if you ignore the health risks.
Fortunately, alternatives are emerging around the world. Entomologists are developing traps made of pheromones, the smells that guide insects to attack, or congregate or to mate. Each species has its own sex pheromone, which researchers can isolate and synthesize. Insects are so attracted to sex pheromones that they can even be used to make traps.
I had seen pheromone traps before, on small farms in Nepal, so I was pleased to see two varieties of pheromone traps in Bolivia.
Paul and Marcella and I were filming a video for farmers on the potato tuber moth, a pest that gets into potatoes in the field and in storage. Given enough time, the larvae of the little tuber moths will eat a potato into a soggy mass of frass.
We visited two farms with Juan Almanza, a talented agronomist who is helping farmers try pheromone traps, among other innovations.
A little piece of rubber is impregnated with the sex pheromone that attracts the male tuber moth. The rubber is hung from a wire inside a plastic trap. One type of trap is like a funnel, where the moths can fly in, but canât get out again. The males are attracted to the smell of a receptive female, but are then locked in a trap with no escape. They never mate, and so the females cannot lay eggs.
Farmers Pastor Veizaga and Irene Claros showed us traps they had made at home, using an old bottle of cooking oil. The bottle is filled partway with water and detergent. The moth flies around the bait until it stumbles into the detergent water, and dies.
All of the farmers we met were impressed with these simple traps and how many moths they killed. A few of these safe, inexpensive traps, hanging in a potato storage area, could be part of the solution to protecting the potato, loved around the world by people and by moths alike. The pheromone trap could give the farmers a chance to outsmart the moths, without insecticides. But the farmers canât adopt pheromone traps on their own; it has to be a social effort.
Some ten years previously, pheromone baits were distributed to anyone in Colomi who wanted one. As Juan Almanza explained to me, the mayorâs office announced on the radio that people would receive bait if they took an empty plastic jug to the plant clinic, which operated every Thursday at the weekly fair in the municipal market. Oscar DĂaz, who then ran the plant clinic for Proinpa, gave pheromone bait, valued at 25 Bs. (about $3.60), to hundreds of people. Farmers made the traps and used them for years. It may take five years or more for the pheromone to be exhausted from the bait.
Now, only a handful of households in Colomi still use the traps. But most farmers there do spray agrochemicals. Agrochemicals and their alternatives compete in an unfair contest, due in part to policy failure and profit motive. If pesticide shops all closed and farmers did not know where to buy more insecticide, its use would fall off quickly.
Had the municipal government periodically sold pheromone bait to farmers, they might still be making and using the traps.
During Covid, we all learned about supply chains. Sometimes, appropriate tools for agroecology, like pheromone traps, also rely on supplies from outside the farm community. Â Manufacturers, distributors, and local government can all be part of this supply chain. Farmers canât do it on their own.
Acknowledgment
Juan Almanza works for the Proinpa Foundation. He and Paul Van Mele read and commented on a previous version of this story.
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LAS TRAMPAS DE FEROMONAS SON SOCIALES
Jeff Bentley, 26 de marzo del 2023
A los agricultores les gustan los insecticidas porque son rĂĄpidos, fĂĄciles de usar y bastante baratos, sobre todo si se ignoran los riesgos para la salud.
Afortunadamente, estĂĄn surgiendo alternativas en todo el mundo. Los entomĂłlogos estĂĄn desarrollando trampas de feromonas, los olores que guĂan a los insectos para atacar, congregarse o aparearse. Cada especie tiene su propia feromona sexual, que los investigadores pueden aislar y sintetizar. Los insectos se sienten tan atraĂdos por las feromonas sexuales que se los puede usar para hacer trampas.
Yo habĂa visto trampas de feromonas antes, usadas en la agricultura familiar en Nepal, asĂ que me alegrĂł ver dos variedades de trampas de feromonas en Bolivia.
Paul, Marcella y yo estĂĄbamos filmando un vĂdeo para agricultores sobre la polilla de la papa, una plaga que se mete en las papas en el campo y en almacĂ©n. Con el suficiente tiempo, las larvas de la pequeña polilla de la papa se comen una papa hasta convertirla en una masa de excremento.
Visitamos dos familias con Juan Almanza, un agrĂłnomo de talento que estĂĄ ayudando a los agricultores a probar trampas de feromonas, entre otras innovaciones.
Se impregna un trocito de goma con la feromona sexual que atrae al macho de la polilla de la papa. La goma se cuelga de un alambre dentro de una trampa de plĂĄstico. Un tipo de trampa es como un embudo, donde las polillas pueden entrar volando, pero no pueden salir. Los machos se sienten atraĂdos por el olor de una hembra receptiva, pero entonces quedan encerrados en una trampa sin salida. Nunca se aparean, asĂ que las hembras no pueden poner huevos.
Agricultores Pastor Veizaga e Irene Claros nos enseñaron trampas que habĂan hecho en casa, usando un viejo bidĂłn de aceite de cocina. La botella se llena hasta la mitad con agua y detergente. La polilla vuela alrededor del cebo hasta que tropieza con el agua del detergente y muere.
Todos los agricultores que conocimos quedaron impresionados con estas sencillas trampas y con la cantidad de polillas que mataban. Unas pocas de estas trampas seguras y baratas, colgadas en un almacĂ©n de papas, podrĂan ser parte de la soluciĂłn para proteger la papa, amada en todo el mundo tanto por la gente como por las polillas. La trampa de feromonas podrĂa dar a los agricultores la oportunidad de engañar a las polillas, sin insecticidas. Pero los agricultores no pueden adoptar las trampas de feromonas por sĂ solos; tiene que ser un esfuerzo social.
Hace unos diez años, en Colomi se distribuyeron cebos de feromonas a todos que querĂan tener uno. SegĂșn Juan Almanza me explicĂł, la alcaldĂa anunciaba por la radio que la gente recibirĂa cebos si llevaba un bidĂłn de plĂĄstico vacĂa a la clĂnica de plantas, que funcionaba todos los jueves en la feria semanal, en el mercado municipal. Oscar DĂaz, que entonces dirigĂa la clĂnica de plantas de Proinpa, entregĂł cebos de feromonas, valorados en 25 Bs. (unos $3,60), a cientos de personas. Los agricultores fabricaron las trampas y las usaron durante años. El cebo puede mantener su feromona durante unos cinco años o mĂĄs antes de que se agote.
Ahora, pocos hogares de Colomi siguen usando las trampas. Pero la mayorĂa de los agricultores si fumigan agroquĂmicos. Los agroquĂmicos y sus alternativas compiten en una competencia desleal, debida en parte al fracaso de las polĂticas y los intereses de lucro. Si todas las tiendas de plaguicidas cerraran sus puertas y los agricultores no supieran dĂłnde comprar mĂĄs insecticida, su uso caerĂa rĂĄpidamente.
Si la alcaldĂa hubiera vendido periĂłdicamente cebos con feromonas a los agricultores, quizĂĄ seguirĂan haciendo y usando las trampas.
Durante Covid, todos aprendimos acerca de las cadenas de suministro. A veces, las herramientas adecuadas para la agroecologĂa, como las trampas de feromonas, tambiĂ©n dependen de insumos externos a la comunidad agrĂcola. Los fabricantes, los distribuidores y la administraciĂłn local pueden formar parte de esta cadena de suministro. Los agricultores no pueden hacerlo solos.
Agradecimiento
Juan Almanza trabaja para la FundaciĂłn Proinpa. Ăl y Paul Van Mele leyeron y comentaron sobre una versiĂłn previa de esta historia.
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